La diócesis de Mar del Plata, encabezada por su titular Ernesto Giobando sj, realizó la tradicional Marcha de la Esperanza, bajo la consigna: “Madre, danos amor para caminar con esperanza”.
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De esta 52º edición participaron miles de fieles que peregrinaron desde la gruta de Lourdes en el Puerto hasta la Catedral. Durante el recorrido se hicieron distintas paradas, donde las distintas comunidades prepararon gestos y el momento de la bendición de los respectivos párrocos.
Fueron visitadas las parroquias San Antonio, Jesús Obrero, San José y Asunción de la Virgen, en la que se bendijo una nueva imagen del beato Eduardo Pironio, y se recordó el milagro atribuido a su intercesión, ocurrido en el Hospital Materno Infantil. Estuvo presente Juan Manuel Franco, quien recibió esa gracia en la infancia y marchó junto a su familia.
En la explanada de la Catedral, el obispo presidió la Eucaristía y llamó a abrir el corazón al mensaje y al mensajero de Dios que tiene una buena noticia, sobre todo en este tiempo de Adviento.
“Con la lámpara encendida”
Resaltó la figura de María que “estaba preparada para ese encuentro, el Ángel Gabriel no la encontró distraída ni dispersa, ella estaba con su lámpara encendida aguardando la llegada de la salvación”. Agregó que, en el corazón de María, cabía la esperanza de un pueblo que no se rendía a los poderosos, que confiaba, que ponía sus ojos y sueños en Dios, rico en misericordia cuando se lo deja obrar.
Giobando sostuvo que las palabras del Ángel: “Alégrate María, llena eres de gracia” resuenan en la Marcha de la Esperanza de la Iglesia marplatense. Aseguró que nadie les quitará la esperanza, que los hace caminar como Pueblo de Dios, a veces con dolores, otras con encuentro y abrazos, como Iglesia en salida porque como decía el papa Francisco, allí está la misión.
Invitó a los fieles a cultivar una cultura de paz y diálogo, contrariamente a lo que se acostumbra: monólogos, palabras huecas y sin respaldo ético. Como pide el papa León: ‘Desarmar las palabras’ porque están llenas de violencia y descalificación. Pidió habitar las redes y transmitir palabras de aliento y cercanía: ‘donde haya odio, pongamos amor’, parafraseando a San Francisco de Asís.
Hizo un llamado a aprender y vivir el lenguaje de la reconciliación. “No sólo disculpas, sino perdón. Perdón por la falta de comunión, perdón por no ser artesanos de la unidad. Que María nos conceda la gracia de la unidad en el amor”, finalizó.