En el marco del centenario del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, el papa León XIV ha recibido hoy en el Vaticano a su comunidad académica —autoridades, docentes, personal y estudiantes— para agradecer su servicio y subrayar el valor actual de una disciplina que, en sus palabras, “es esencial no solo para las ciencias históricas, sino también para la fe y la identidad cristiana”.

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En su discurso, el Papa recordó que el estudio de la arqueología cristiana “posee un estatus epistemológico propio”, caracterizado por su orientación a los primeros siglos del cristianismo. Por ello, animó a defender la especificidad de esta disciplina, “donde el adjetivo ‘cristiano’ no pretende expresar una perspectiva religiosa, sino que la dota de su propia dignidad científica y profesional”.

Frente a tendencias que tienden a subsumirla dentro de la arqueología medieval, León XIV pidió no perder de vista su naturaleza propia como estudio de los monumentos de la Iglesia antigua. Asimismo, destacó el potencial ecuménico del trabajo arqueológico, ya que “las diferentes confesiones pueden reconocer sus orígenes comunes a través del estudio de las antigüedades cristianas y, así, fomentar la aspiración a la plena comunión”.

Diplomacia cultural y misión internacional

Más allá del ámbito académico, León XIV alentó a los miembros del Instituto a participar “en esa diplomacia cultural que el mundo necesita con tanta urgencia hoy”. A través de la investigación y la conservación del patrimonio cristiano, añadió, es posible “trascender las fronteras nacionales y superar las barreras de los prejuicios para servir al bien común”.

Por otro lado, aludiendo a los dos jubileos que enmarcan la historia del Instituto —el ‘Jubileo de la Paz’ de 1925 y el ‘Jubileo de la Esperanza’ de 2025—, el Papa definió la labor de la arqueología cristiana como un servicio al futuro: “Ustedes son portadores de paz y esperanza dondequiera que trabajan con sus excavaciones e investigaciones”.

Cerrando su intervención, León XIV citó un discurso de san Juan Pablo II en el que subrayaba que “Europa necesita a Cristo y el Evangelio, porque aquí están las raíces de todos sus pueblos”. En esta línea, el Papa señaló que “entre las raíces de la sociedad y las naciones europeas se encuentra sin duda el cristianismo, con sus fuentes literarias y monumentales”, y añadió que, por ello, el trabajo de los arqueólogos “es una respuesta a este llamamiento”.