El régimen de Nicolás Maduro ha impedido la salida de Venezuela del cardenal emérito de Caracas, Baltazar Porras, y le ha anulado el pasaporte. Según ha confirmado ‘Vida Nueva’, el purpurado de 81 años se disponía a viajar a España desde el aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía,
cuando fue interceptado por un grupo de militares.
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El destino final de Porras era la ciudad de Toledo, donde tenía previsto participar en un acto de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén. Ante la suspensión de todos los vuelos entre Madrid y Caracas, el plan de viaje pasaba por abandonar el país a través de Bogotá y, desde allí tomar un vuelo a España.
Control total
Sin embargo, todo se vio frustrado. Testigos presenciales cuentan que los guardias nacionales “lo controlaron en todo momento desde que lo identificaron, hasta tal punto que le dejaron en paz ni siquiera para ir al aseo”. Posteriormente devolvieron la maleta al purpurado, le invitaron a marcharse y se negaron a entregarle el pasaporte, lo que le impedirá abandonar el país.
“Si le hacen esto a un cardenal, ¿qué no le harán a cualquier ciudadano?”, se lamentan quienes vieron de primera mano el trato “más que desagradable” que se dispensó a Porras.
Voz de denuncia
Lo cierto es que el cardenal octogenario siempre ha sido una voz incómoda para el régimen bolivariano. Siempre desde el complejo equilibrio institucional y diplomático, Porras ha denunciado el hostigamiento al que Maduro está sometiendo al pueblo venezolano.
Prueba de ello es que el presidente bolivariano dio el ‘plácet’ a su nombramiento como arzobispo caraqueño cuatro años y medio después de que Francisco lo nombrara administrador apostólico de la sede metropolitana. De hecho, el visto bueno gubernamental llegaba cuando Porras ya había cumplido los preceptivos 75 años para presentar su renuncia y jubilarse. Esta jugada fue la particular ‘venganza’ de Maduro después de que Francisco lo creara cardenal en noviembre de 2016.
Con este precedente, el hostigamiento a Porras arreció el pasado octubre, en la antesala de la canonización de José Gregorio Hernández, primer laico santo en la historia del país. El cardenal ha sido el principal impulsor de la causa para elevar a los altares al conocido como el médico de los pobres. Sin embargo, Maduro le acusó de “conspirar” para frenar este proceso eclesial. “Hoy, José Gregorio es santo a pesar de ti y de los tuyos, de tu cofradía”, llegó a decir el líder bolivariano. La Conferencia de obispos de Venezuela tuvo que salir en defensa de Porras para subrayar que su papel fue “fundamental e incansable” para que la Iglesia reconociera la santidad tanto del médico como de la madre Carmen Rendiles Martínez. Los prelados venezolanos también repudiaron las acciones contra el arzobispo emérito de Caracas, que le impidieron estar en la tierra natal del nuevo santo celebrando la misa de su fiesta litúrgica.

