“Queridos hermanos, que este incidente desagradable no sea el pan nuestro de los que no tienen rostro ni padrinos”. Es el deseo que lanza el cardenal arzobispo emérito de Caracas, Baltazar Porras, después de que hoy el régimen de Nicolás Maduro haya impedido su salida de Venezuela y haya anulado su pasaporte.
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El purpurado ha escrito de puño y letra una carta dirigida a los obispos del país bolivariano para relatar el suceso del que ha sido protagonista esta mañana en el aeropuerto de Maiquetía cuando se disponía a volar a Bogotá con destino Madrid para participar en un acto del Gran Priorato de la Orden de San Lázaro.
No de muy buenas maneras
Según explica Porras, antes de realizar el embarque le comunicaron que su pasaporte “presentaba problemas”. Tras una hora y media de espera un soldado le comunicó que “no podía viajar”. Más adelante, le instaron a firmar un documento para admitir que por “incumplimiento de las normas para viajar” no podía tomar el vuelo. “Quise hacer una foto de dicho papel, pero no me lo permitieron y no de muy buenas maneras”, denuncia el purpurado. “Si yo insistía en la foto, me amenazaron de quedar detenido”, señala justo después. Con el veto para subir al avión, Porras solicitó al soldado que le devolviera el pasaporte. Pero nunca se lo entregaron. Eso sí, al menos logró recuperar el equipaje.
No fue el único episodio incómodo que sufrió Porras: “Hasta para ir al baño me siguió de cerca un funcionario, preguntándome a qué iba hasta ese lugar”.
Sin información no hay derechos
Al reconocer que “duele” el episodio que ha sufrido, el cardenal subraya que este hecho “atenta contra los derechos que tenemos como ciudadanos, de lo que no se da respuesta alguna”. “Hoy, coincidencialmente es el Día Mundial de los Derechos Humanos con la campaña ‘sin información no hay derechos’”, deja caer a continuación, con una reflexión añadida: “Sin igualdad de derechos, sin posibilidad de ser informado, difícilmente puede haber justicia y equidad”.
A la par, expone cómo “en este último cuarto de siglo” es habitual “padecer casi siempre, con contadas excepciones, al llegar a Migración el oficial de turno toma el pasaporte y sale a consultar ‘porque el sistema no funciona’, ‘no aparece en la lista’”. El cardenal incluso deja caer que “en dos oportunidades me dijeron que aparezco difunto”. “En fin, siempre llego al aeropuerto con la mejor disposición de ánimo a ver con qué me encuentro”, expone con humor en la misiva.
Violencia y abuso
Al margen del suceso, y en tono conciliador, el purpurado apunta que “la fuerza está en la debilidad del pesebre, en la fragilidad de la verdad que se construye en paz, sin violencias y sin abusos”. “La esperanza pasa por el trabajo continuo por el bien de todos, principalmente de los excluidos”, remarca.
Echando mano de León XIV, parafrasea unas palabras del Papa agustino: “Estamos dispuestos a buscar una solución y una paz duradera y también justa”. “Es la tarea de todos y de los que tenemos alguna responsabilidad ética que ilumine el camino de todos nuestros hermanos”, detalla en su misiva.
Con la vista puesta en la Navidad, comparte su deseo de que el misterio de la Encarnación “se haga ternura y comprensión más allá de los que solo predican la división, el odio y la discriminación”.
