‘Hermana X’ (Aloha! Editorial) es una novela provocadora sobre una mujer que intenta reconstruirse tras una juventud marcada por la represión religiosa y el despertar del deseo. Ricard Millàs (con ilustraciones de Puri Salví) firma un viaje crudo y poético en el que el cuerpo es territorio de lucha y liberación, y donde lo sagrado y lo profano conviven sin pedir permiso. Una historia poderosa sobre identidad, rebeldía y supervivencia emocional.
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PREGUNTA.- ¿Por qué explorar la vida de la Hermana X entre la represión religiosa y la libertad sexual? ¿Qué buscaba cuestionarse a través de ella?
RESPUESTA.- Buscaba rebelarme. No quería que la narración estuviera dictada por las instituciones, sino que respondiera más al espíritu, al pensamiento, a lo íntimo. A través de ella, quería cuestionar esas normas impuestas y abrir un espacio más libre.
P.- ¿La Hna. Pereira es clave en el trauma identitario de X? ¿De dónde nace un personaje tan turbio?
R.- Tuve una educación religiosa y no conocí a nadie tan oscuro, pero sí me contaron historias de épocas anteriores. Ella simboliza las instituciones religiosas en su versión más rígida y autoritaria.
La música y Dios
P.- ¿Por qué la música tecno y la cultura de club funcionan para ella como una revelación espiritual? ¿Es un contrapunto al convento?
R.- Porque la veo como algo que proviene del ser humano, y el ser humano, según la tradición religiosa, proviene de Dios. Así que, en cierto modo, la música también proviene de Él. Ese contraste me interesaba mucho.
P.- ¿Cómo equilibra erotismo, dolor, misticismo…?
R.- Son parte de lo mismo. Es una rebelión contra la institución, una manera de ver la relación con el mundo desde otro lugar, libre, distinto y con una mirada muy abierta.
Paralelismo
P.- El cuerpo de la Hermana X es un campo de batalla: deseado, celebrado, castigado…
R.- Quería establecer un paralelismo con el sufrimiento de Cristo. Ella es una suerte de Jesucristo femenino. Su cuerpo carga con ese destino.
P.- ¿Por qué se reinventa constantemente, incluso adoptando vidas que no son suyas? ¿Quería hablar de identidad en un mundo donde el disfraz pesa más que la esencia?
R.- Su disfraz es lo que quiere mostrar al mundo. Por eso pincha en clubs o hace ‘webcams’ con la toca puesta: cada gesto es una forma de expresarse y afirmarse. Todo forma parte de lo que cree que es y de lo que considera divino en sí misma.
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