Honduras ha hablado, pero aún no sabemos qué ha dicho… Y es que, tras celebrarse las presidenciales el domingo 30 de noviembre, aún se desconoce quién es el vencedor. Por ahora, con el 70% de los votos escrutados (el recuento paralizó dos días, por supuestos problemas técnicos, con el 57%), solo hay una certeza: la progresista Rixi Moncada, del movimiento LIBRE, que pretendía seguir la senda marcada por la actual presidenta, Xiomara Castro, queda descartada al contar apenas con un 20% de los sufragios.
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La otra certeza es que en el país centroamericano habrá un giro a la derecha… Pero aún no sabemos a qué derecha, pues, por ahora, hay un empate técnico (con apenas 10.000 votos de diferencia) entre los dos candidatos conservadores: el liberal Salvador Nasralla y el nacionalista Nasry Asfura, en torno ambos al 40% de los sufragios.
Indulto a Orlando
Pero, según pasan las horas, los ataques contra el Consejo Nacional Electoral (CNE) son cada vez más generalizados, poniendo en duda la legitimidad del proceso. De hecho, la oficialista Moncada denunciado una “adulteración” de la que culpa a una “injerencia extranjera imperial y directa”. Un ataque evidente al presidente estadounidense, Donald Trump, quien, en la víspera de las elecciones, además de pedir el voto para Asfura, sorprendió al anunciar un indulto al expresidente conservador hondureño Juan Orlando Hernández, quien gobernó el país entre 2014 y 2022 en dos controvertidos mandatos y que permanecía encarcelado en Estados Unidos tras haber sido condenado por delitos de narcotráfico.
Mientras, ha resonado con fuerza la voz conciliadora de José Vicente Nácher Tatay, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras. Nada más cerrarse las urnas, el misionero paúl español llamó a la “calma”. Dirigiéndose directamente “al candidato que gane”, sea quien sea, le pidió implementar “un Gobierno para todos” y con “vocación de servicio”, siendo tarea de la sociedad “aceptar el resultado que corresponda”.
En conversación con Vida Nueva, el sacerdote hondureño Juan Ángel López admite que el momento es “complicado”. Aunque “lo cierto es que el proceso del domingo se desarrolló de manera pacífica, con muy pocos incidentes que lamentar. Los ciudadanos cumplieron con su deber y ahora esperamos que los que sean triunfadores honren la confianza en ellos depositada”. En este sentido, “es un claro mandato para que se transite por el camino del respeto, la búsqueda de consensos, sin confrontaciones y que se trabaje para procurar el bien común, no que se beneficie solo a un grupo particular”.
Problemas estructurares
El misionero español Patricio Larrosa, que lleva en Honduras desde 1992, nos explica que “los problemas estructurares de desigualdad y corrupción hacen que una actividad con tanta participación y de tal envergadura como unas elecciones, sean muy difíciles de llevar a cabo con transparencia y generando confianza en todos”. Con todo, los comicios eran vistos con “esperanzas e inquietudes”. Un reto en el que se ha volcado la Iglesia, que “ha hecho lo posible por colaborar con todas las instituciones a fin de que el proceso se hiciera con respeto y madurez, invitando a la participación como deber de ciudadanos”.
Ante el posible cambio político, Larrosa percibe que, “cada cuatro años, las personas van quitando a los Gobiernos con la esperanza de encontrar a alguno que les sirva de verdad, pero siempre se encuentran con una decepción más que se va acumulando”. De cara al futuro, “necesitamos formación en las capacidades de servir y usar el poder para resolver los problemas de la sociedad, principalmente de los sectores más necesitados, que aquí son las grandes mayorías”. En definitiva, “el mayor problema social es la desigualdad, que afecta a la educación, al empleo, al respeto a la naturaleza y a la vida… Son grandes retos que exigen grandes soluciones y voluntades muy decididas; problemas que están por encima de los colores políticos y tienen una solución muy a largo plazo. Después de tantas decepciones, hay que tener verdadera fe para no perder la esperanza”.
La también española Silvia Heredia, trabajadora social y misionera laica de la OCASHA, lleva 23 años coordinando un proyecto de con menores y sus familias vulnerables. Como reflexiona con Vida Nueva, “en el proceso se ha dejado a LIBRE fuera de juego”. Algo llamativo, pues “hablamos de un frente de resistencia popular que nació tras el golpe de Estado de 2009 [cuando el ejército, con apoyo del poder legislativo, mandó al exilio al presidente Manuel Zelaya por convocar una consulta para reformar la Constitución]. Desde entonces, muchos movimientos sociales se involucraron, pero se ha visto que no se ha atendido de manera efectiva las necesidades reclamadas por las asociaciones”.
Con todo, pese a este “castigo” social manifestado en el voto, Heredia lamenta “la injerencia de Estados Unidos, con la manipulación de Trump al empezar a hablar de comunismo y narcoterrorismo… y, por si fuera poco, indultar a Orlando, condenado precisamente por narcotráfico y corrupción. Como también ha apoyado a Asfura, quien fue alcalde del Distrito Central entre 2014 y 2022 y que está acusado de haber desviado 28,5 millones de lempiras, además de otros delitos como lavado de dinero, malversación, fraude o uso de documentos falsos. Hay muchas evidencias en su contra, por lo que preocupa mucho que él asuma el poder”.
