En la festividad de San Andrés, el primer discípulo en seguir el llamamiento del Señor, la Iglesia ortodoxa echa sus campanas al vuelo y celebra la Divina Liturgia creada por san Juan Crisóstomo: dos horas y media de cantos y letanías, reverencias a las reliquias de los santos patronos y un uso frecuente del incensario para acoger la Palabra de Dios y las sagradas especies.
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La catedral de San Jorge, llena a rebosar, ha sido el escenario de esta solemne ceremonia oficiada por el patriarca ecuménico Bartolomé y presenciada por León XIV, acompañado de todo su séquito.
Finalizada la celebración, el Obispo de Roma, sucesor de Pedro, y el patriarca de Constantinopla, sucesor de Andrés, se han dirigido al balcón del Palacio patriarcal adornado con guirlandas de flores y han bendecido, el primero en latín y el segundo en griego, a la multitud que les ha vitoreado.
Fraternidad y comunión
Es esta una tradición que quiere subrayar la fraternidad y la comunión de las dos Iglesias y que fue introducida por Pablo VI y Atenágoras I en el marco de su histórico encuentro en 1964, primero en Jerusalén y después en Estambul.
Una fraternidad que no es solo espiritual, porque, inmediatamente después de impartir la bendición, el Papa ha sido huésped del patriarca, que le ha invitado a comer juntos antes de separarse.
León XIV y Bartolomé I se saludan tras la Divina Liturgia
Un último detalle de cercanía personal que expresa con toda claridad que quedan muy atrás las controversias, los conflictos, los anatemas y las confrontaciones. Queda aún tiempo para alcanzar la plena unidad, pero se van dando pasos cada vez más firmes y evidentes.