Unidad y fraternidad en la familia, unidad dentro de la diversidad en la Iglesia, diálogo ecuménico con las iglesias cristianas, cercanía y cooperación con todas las religiones, paz y estabilidad entre las naciones, cercanía y ayuda los más necesitados.
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Esta que podría ser la síntesis de las principales ideas desarrolladas por León XIV durante su estancia en Turquía es al mismo tiempo el ideario de este papa sobrio, dialogante, reflexivo y que rehúye dar titulares a los medios informativos.
Si releemos el discurso pronunciado en Iznik (la antigua Nicea) nos encontramos con este párrafo tan definitorio de su mensaje: “Existe una hermandad universal, independientemente de la etnia, la nacionalidad, la religión y la opinión. Las religiones por su naturaleza son depositarias de este verdad y deberían animar a las personas, a los grupos humanos y a los pueblos a reconocerla y practicarla”.
Un nuevo valor ante el mundo actual
Por si no hubiera quedado suficientemente claro añadió: “El uso de la religión para justificar la guerra y la violencia como cualquier forma de fundamentalismo y fanatismo debe ser rechazado con firmeza, mientras que los caminos a seguir son del encuentro fraternal, el diálogo y la colaboración”.
Todas estas frases no son nuevas y recogen otras muy similares pronunciadas por su antecesor Francisco pero alcanzan un nuevo valor cuando se pronuncian a pocos centenares de kilómetros de escenarios de guerra tan virulentos como el ruso-ucraniano y el israelo-palestino.