El Camino Sinodal Alemán aleja todo riesgo de cisma y aprueba los estatutos de su nuevo organismo clave

Tras frenar Roma el más polémico Consejo Sinodal, en una asamblea en Fulda sale adelante el instrumento por el que pasará todo en los próximos años: la Conferencia Sinodal

Bätzing y el nuncio Eterovic

Tras varios años de recorrido, parece que el Camino Sinodal Alemán está aterrizando y, en la quinta y última reunión del Comité Sinodal, celebrada del 21 al 22 de noviembre en Fulda, aprobó los estatutos del organismo clave por el que pasará todo en los próximos años: la Conferencia Sinodal.



Una vez que los estatutos sean triplemente ratificados (por el Episcopado, por el Comité de Laicos y por el Vaticano), la institución echará andar dentro de un año, acogiendo Stuttgart su reunión inaugural los días 6 y 7 de noviembre de 2026. Meses después, entre el 16 y 17 de abril de 2027, Würzburg acogerá la segunda cita.

Tensiones internas y externas

Una senda de estabilidad por la que la Iglesia germana ha conseguido atenuar ciertas tensiones internas, con varios obispos críticos, y externas, principalmente con el Vaticano. Así, en esta fase final ya parece reinar “el diálogo” en “un ambiente sincero, abierto y constructivo”. De este modo se valoró, el pasado 12 de noviembre, en un comunicado conjunto de la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Alemana, tras la última visita a Roma de sus obispos, la primera con León XIV como papa.

En los cuatro anteriores viajes de su Episcopado, entre 2022 y 2024, hubo momentos de gran fricción, como cuando, en enero de 2023, los principales prefectos curiales recalcaron que “no se debe establecer el Consejo Sinodal en su forma prevista”. Lo que llevó a los pastores germanos a responder que no iban a “abandonar su reforma sin luchar”.

En ese contexto, con un Francisco que clamaba no llegar al abismo del “cisma”, la reforma parecía pasar por ese organismo que levantaba ampollas: el Consejo Sinodal. Un instrumento que para la Santa Sede incurría en la “nulidad canónica” y carecía de “legitimidad”.

Cuestión formal a Roma

Semanas antes, los obispos más críticos (Woelki, Meier, Oster, Voderholzer y Hanke) remitieron a Roma una cuestión formal. En ella, querían saber si, como pastores, estaban “obligados” o “autorizados” a “participar en el Camino Sinodal”. La respuesta no tardó en llegar y, validada por Bergoglio, los principales dicasterios vaticanos zanjaron que “ni el Camino Sinodal, ni un organismo establecido por él, ni una conferencia episcopal tienen competencia para establecer el Consejo Sinodal a nivel nacional, diocesano o parroquial”.

Tras ese sonoro portazo, el presidente del Episcopado, Georg Bätzing, argumentó que el órgano, “aprobado por la Asamblea Sinodal por amplia mayoría”, entraba dentro del “derecho canónico aplicable”, quedando claro que “la preocupación de que un nuevo organismo pudiera situarse por encima de la Conferencia Episcopal o socavar la autoridad de los obispos es infundada”.

Obispos Alemania

Como se había denunciado meses antes en otra declaración vaticana, se quería evitar un órgano de decisión basado en el sufragio asambleario y en el que tuvieran el mismo poder laicos, consagrados y obispos. Una situación que podía cuestionar la autoridad magisterial de los prelados designados por el Papa para pastorear sus diócesis, como si alguien pudiera forzarlos “a adoptar nuevas formas de gobierno y nuevos enfoques de la doctrina y la moral”. Lo que representaría “una herida a la comunión eclesial y una amenaza a la unidad de la Iglesia”.

Una nueva estructura

Tras este momento crítico, el Consejo Sinodal dio paso a una nueva estructura, la Conferencia Sinodal, que, al fin, ha visto cómo se han aprobado sus estatutos. Como detalla Katolisch, portal oficioso del Episcopado germano, se dirimieron “su naturaleza, su composición y sus competencias”, votando los delegados del Comité Sinodal “los 12 artículos” que asientan su organización.

Eso sí, no fue fácil y al principio hubo “irritación y fricción entre obispos y laicos”. Concretamente, en torno a una enmienda de los prelados que pedía eliminar de los estatutos una frase en la que se hablaba de “deliberar y decidir”. Tras un profundo debate, se ha establecido formalmente que la Conferencia Sinodal “delibera y toma decisiones de acuerdo con los ‘procesos sinodales’” relativos a “importantes asuntos interdiocesanos”. Como reconoció la presidenta del Comité de Laicos y del Comité Sinodal, Irme Stetter-Karp, “si no hubiéramos superado este obstáculo con la terminología, nuestra asamblea plenaria no lo habría ratificado”.

También se debatieron con ardor otras cuestiones, como la relativa a “la participación de los laicos en asuntos financieros supradiocesanos”. En definitiva, aún queda mucho por avanzar y concretar. Pero parece que ya hay una sintonía sincera entre Roma y Berlín.

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