Para Paolo Benanti, “el problema de la Inteligencia Artificial no es técnico, sino de justicia social”. Esta es una de las reflexiones que el franciscano italiano lanzaba esta mañana durante un encuentro con periodistas previo a su participación en EncuentroMadrid, el foto de reflexión que celebra este fin de semana Comunión y Liberación en el Mirador de Cuatro Vientos.
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El fraile y doctor en Teología Moral en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma es el invitado internacional de mayor relevancia en esta cita anual, que en esta edición se celebra bajo un lema tomado del filósofo francés Charles Péguy: ‘Ese encaje profundo de lo temporal en lo eterno’.
Afrontar preguntas
Con su nueva obra ‘El colapso de Babel’ (Encuentro) bajo el brazo, el religioso también compartió el papel que debe jugar la Iglesia en lo que a la Inteligencia Artificial se refiere: “La justicia social es la matriz de la Doctrina Social de la Iglesia, el motivo por el que Papa León en su primer discurso justificó la elección de su nombre. La Iglesia está llamada a afrontar las preguntas que afectan la dignidad del hombre y del trabajo del hombre”.
En este sentido, subrayó cómo desde la esfera católica “no tenemos miedo de los cambios que genera esta revolución tecnológica, pero queremos abordarlo desde el ser humano”.
Con este punto de partida, aseveró que la Doctrina Social de la Iglesia “no es el catecismo, su objetivo no es evangelizar, sino trabajar por el bien común y no de dar soluciones confesionales”. Así, comentó que “la Iglesia se entiende a sí misma como una plaza donde diversas personas y sensibilidades pueden existir”. “Pablo VI decía que el católico, por definición, es pluralista. Hoy más que nunca debemos tener presente esto”, apostilló.
Realidad inabarcable
A la par, relató que “hay tantos datos alrededor de este fenómeno que no hay una mente humana que lo pueda controlar todo. El problema es que Silicon Valley nos dice que está cambiando todo el mundo, pero nadie sabe hasta el fondo cuales son todos los esquemas que han encontrado la IA”.
En su intervención, expuso cómo “es un problema complejo epistemológico, ético y legal”, aterrizándolo en un caso concreto: “¿Quién es el responsable si un coche inteligente sin conductor atropella a un menor? ¿El propietario? ¿El proveedor del coche? ¿El ingeniero que ha desarrollado el programa?”.
“Tenemos que abordarlo con serenidad para que no solo los intereses económicos o no solo los miedos nos lleven a evaluar el alcance de todas estas cuestiones”, aseguró el presidente de la comisión para la Inteligencia Artificial del Gobierno italiano y asesor del Consejo Consultivo de Naciones Unidas para esa materia, además de ser miembro de la Pontificia Comisión para la Vida.
