El papa León XIV recibió esta mañana en el Palacio Apostólico a los participantes del encuentro de estudio sobre el cardenal Rafael Merry del Val, con motivo del 160º aniversario de su nacimiento. En su discurso, el Pontífice definió al antiguo secretario de Estado de san Pío X como un “diplomático del encuentro”, ejemplo de fidelidad silenciosa y humildad en el servicio eclesial.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Nacido en Londres en 1865, hijo de diplomático español y madre inglesa, Merry del Val —recordó el Papa— creció “respirando la universalidad que más tarde reconocería como vocación de la Iglesia”. Desde joven trabajó al servicio de León XIII y fue enviado como delegado apostólico a Canadá, donde se distinguió por su trabajo por la unidad eclesial y la educación católica.
A los 38 años, san Pío X lo nombró cardenal y secretario de Estado. Su edad, señaló León XIV, “no fue obstáculo, porque la verdadera madurez no depende de los años, sino de la identificación con la plenitud de Cristo”. En él, explicó el Pontífice, “se unieron el diplomático de gobierno y el pastor cercano, el hombre de despacho y el confesor de Trastevere”.
Un corazón que se ofrece a Cristo
El Papa centró su reflexión en las célebres Letanías de la humildad escritas por Merry del Val, en las que, ha dicho León XIV, “se dibuja un modelo válido para todos los que ejercen responsabilidades en la Iglesia y en el mundo”. Asimismo, evocó también su lema episcopal —Da mihi animas, cetera tolle (“Dame almas, quítame lo demás”)—, grabado en su tumba bajo la cúpula de San Pedro. “Ni honores, ni títulos, ni biografía; sólo el grito de un corazón de pastor”, subrayó.
Y añadió otra frase de las Letanías de la humildad: “Que los demás sean más santos que yo, con tal que yo sea todo lo santo que pueda”. Para León XIV, esa oración resume “la lógica del Evangelio: la santidad no se mide por comparación, sino por comunión”.
El Pontífice concluyó su mensaje animando a la familia Merry del Val y a todos los diplomáticos de la Santa Sede a “unir verdad y caridad, prudencia y audacia, servicio y humildad, de modo que en todo resplandezca sólo Cristo”. “La diplomacia de la Iglesia florece cuando se vive dentro de la fidelidad sacerdotal, la de un corazón que ofrece sus talentos a Cristo y al Sucesor de Pedro”.