La Basílica de Luján fue nuevamente el escenario de una reiterado y extraordinario signo de fe al acoger a miles de peregrinos que se acercaron a la Patrona de la Argentina para depositar a los pies de la Madre, sus agradecimientos, pedidos y esperanzas.
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Los 60 kilómetros fueron uniendo a los devotos de todo el país que este año se unieron con una consigna común: «Madre, danos amor para caminar con esperanza».
La misa central, la de las 7 de la mañana, fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, que también vivió esta experiencia como peregrino.
La mirada de María
Dirigió sus palabras en la homilía a la misma Madre de Luján y le aseguró que sus hijos llegaban con los pies cansados, pero con el alma llena de emoción por el amor que reciben. El mismo amor que le transmitió a Jesús a los pies de la cruz es para dar y no guardar. A través de su mirada, sin palabras, transmitía fuerza, ternura y consuelo, aún quebrada de dolor, pero de pie.
Le expresó a María que todos los que se acercaron a su casa necesitan de ese amor que cura, no juzga sino que levanta y anima a la esperanza. Que se necesita de su mirada tierna que destapa el alma con la compasión y el cuidado, y que dice que somos importantes.
Además, con su presencia, María brinda su presencia maternal sin dejar a sus hijos en soledad. “Con una Madre así, y a pesar de tantas cruces pesadas que carga nuestro pueblo, seguimos caminando; no aflojamos y nos comprometemos a no abandonar los sueños de construir un país más justo y fraterno”.
María encarna la esperanza
El arzobispo porteño señaló que la Patrona de Argentina impulsa a continuar el camino, y pide que se haga en unidad para mirar al hermano con misericordia, y estando cerca de quienes la pasando mal.
Más allá del dolor de los pies y de la vida, García Cuerva indicó que se sigue caminando porque María encarna la esperanza, una esperanza que no nace en el ruido, sino en el silencio de una espera habitada por el amor (León XIV, audiencia general, Ciudad del Vaticano 17 septiembre 2025).
Sostuvo que caminar con esperanza es no aflojar, confiar en el que va al lado nuestro, es ser agradecidos por las pequeñas cosas de todos los días; es no dejarnos ganar por el desaliento y la tristeza; seguir adelante, aunque por momentos, el egoísmo, la violencia, y la injusticia parezcan ganar.
Habló también de muchos hermanos que ya no tienen fuerzas para seguir, no encuentran sentido a sus vidas, que detuvieron la marcha porque les pesa la pobreza, las consecuencias del narcotráfico, las enfermedades, la soledad. “Por ellos también peregrinamos; los traemos en la mochila del alma; porque no queremos ser un pueblo indiferente ante tanto dolor, ni tampoco dejarnos ganar por la impotencia del no se puede”.
Y agregó que caminaron por los que no dan más; por los abuelos; los niños, los adolescentes y jóvenes atravesados por la droga y el alcohol; por los que perdieron un ser querido víctima de la violencia; caminamos por los más pobres; por las familias; por los que buscan trabajo; caminamos por los sueños e ideales; y por la Patria.
El arzobispo le aseguró a la Virgen de Luján que como pueblo no se van a detener, a pesar de las piedras y dificultades del camino. Y que se comprometen a seguir adelante, porque no está todo perdido. “Podremos detener nuestros pies para descansar, pero no detendremos el corazón; porque estos corazones volverán a sus hogares movilizados por el amor de una Madre, que nunca nos deja solos y nos anima a caminar con esperanza, y a no claudicar en recorrer juntos caminos de fraternidad, de diálogo y de encuentro entre los argentinos”.
