El papa León XIV ha celebrado la audiencia por el Jubileo de los migrantes y los misioneros esta mañana en una abarrotada plaza de San Pedro. En su catequesis, Robert Francis Prevost ha invitado a todos a imitar, en la fiesta de san Francisco, a Clara de Asís.
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Al comenzar su disertación, el Pontífice ha recordado que “el Jubileo también abre el camino a la esperanza de una distribución diferente de la riqueza, a la posibilidad de que la tierra sea de todos, porque en realidad no es así”. “Este año debemos elegir a quién servir: a la justicia o a la injusticia, a Dios o al dinero”, ha remarcado con rotundidad.
León XIV ha instado a tomar decisiones, porque “el mundo cambia si nosotros cambiamos” y “quien no elige, desespera”. De hecho, “una de las consecuencias más comunes de la tristeza espiritual, es decir, la acedia, es no elegir nada. Quienes la experimentan se ven dominados por una pereza interior peor que la muerte”.
El ejemplo de santa Clara de Asís
En este sentido, ha puesto el foco en Clara de Asís, “una joven valiente y poco convencional que supo elegir”. “Sabemos que san Francisco, al elegir la pobreza evangélica, tuvo que romper con su propia familia. Pero era hombre: hubo escándalo, pero fue leve. La elección de santa Clara fue aún más impresionante: quería ser como Francisco, que quería vivir, como mujer, libre como aquellos hermanos”.
El Papa ha señalado posteriorimente las dos consecuencias de la valentía de Clara: “La primera es que muchas otras jóvenes de esa zona encontraron la misma valentía y eligieron la pobreza de Jesús, la vida de las Bienaventuranzas; la segunda es que esa elección no fue efímera, sino que perdura en el tiempo, hasta nosotros, porque la elección de Clara ha inspirado decisiones vocacionales en todo el mundo”.
Según ha remarcado, “la Iglesia es joven y atrae a los jóvenes. Clara de Asís nos recuerda que el Evangelio atrae a los jóvenes. Sigue siendo cierto: a los jóvenes les gustan las personas que han elegido y asumen las consecuencias de sus decisiones. Y esto impulsa a otros a elegir. Es una santa imitación: no nos convertimos en ‘fotocopias’, sino que cada persona, al elegir el Evangelio, se elige a sí misma”.
Por eso, León XIV ha concluido pidiendo rezar por los jóvenes y para “ser una Iglesia que no sirva al dinero ni a sí misma, sino al Reino de Dios y a su justicia”.