Los obispos de Costa Rica aseguraron que la democracia no se sostiene exclusivamente en la arquitectura legal, sino en una confianza compartida que da vida auténtica a las instituciones; “ante esta realidad, se impone la necesidad de una conversión ética profunda y un compromiso renovado con el bien común, la justicia y la dignidad humana. Este proceso requiere discernimiento informado, compromiso solidario y una esperanza activa que permita transformar la coyuntura electoral en una oportunidad concreta para la renovación democrática”.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Están por iniciar las campañas electorales en ese país el 1 de octubre, mediante las cuales se elegirá -el 1 de febrero de 2026- al presidente, vicepresidente y diputados de la Asamblea Legislativa, por ello, a través de un comunicado, el episcopado animó a los partidos políticos y a sus dirigentes a reivindicar la política como vocación ética y servicio al bien común; “el llamado es claro: los partidos y candidatos deben asumir con seriedad el desafío de dignificar la vida pública, respondiendo con transparencia, responsabilidad y altura a la creciente desconfianza ciudadana”.
Esto exige -explicaron- propuestas honestas, planes viables y acuerdos interpartidarios centrados en las necesidades reales de la población, especialmente de quienes han sido históricamente excluidos; “sólo una política guiada por principios puede devolver esperanza a la ciudadanía y reencantarla con el poder transformador de la democracia”.
Elevada tasa de empleo informal, entre las problemáticas del país
Desde una mirada pastoral -sostuvieron los obispos- “preocupan los signos evidentes de deterioro institucional. Así, en el discurso político se ha introducido el irrespeto, el insulto y la manipulación, las desavenencias y confrontaciones entre los supremos poderes de la República. La polarización que se observa en la sociedad dificulta notablemente el diálogo nacional en búsqueda de acuerdos para resolver los grandes problemas del país”.
Asimismo, señalaron “se agigantan problemas como la delincuencia y la violencia criminal, el empoderamiento del narcotráfico, la prolongación de la emergencia educativa, el debilitamiento de la seguridad alimentaria, una seguridad social con serios problemas administrativos y operativos, que no puede contener el crecimiento de las listas de espera. Es preocupante la elevada tasa de empleo informal que afecta la calidad del trabajo, el ingreso de las familias, la recaudación de impuestos y la cantidad de personas que contribuyen a la seguridad social”.
Otra de las preocupaciones del episcopado es la tasa muy baja de fecundidad, que “amenaza en un mediano plazo la sostenibilidad de la seguridad social, del régimen de pensiones y de la fuerza laboral. Es apremiante la crisis humanitaria de miles de personas habitantes de la calle, que continúa creciendo”.
“Menosprecio hacia los partidos políticos”
La Conferencia Episcopal de Costa Rica observó también un menosprecio hacia los partidos políticos como instancia legítima de representación, lo que “ha contribuido al debilitamiento del tejido democrático y al auge de prácticas personalistas y fragmentadas. Sin partidos sólidos y renovados que sean formadores de cultura política, ética pública y participación responsable, la democracia pierde interlocutores válidos y espacios para transformar el descontento en acción institucional”.
La corrupción, dijo, “acentuada por la penetración del narcotráfico, ha minado profundamente la credibilidad institucional, desdibujando el horizonte moral de nuestra democracia. La falta de transparencia, el tráfico de influencias y la impunidad deterioran el pacto ético que sostiene la convivencia democrática”.
Todo eso -añadió- no puede ser enfrentado sin la cooperación entre los poderes de la República; “pero no atañe solamente a las esferas gubernamentales, legislativas y judiciales, demanda la concertación y el compromiso de todos los sectores: estatales, académicos, empresariales, gremiales, religiosos y otros de la sociedad civil organizada. Necesariamente debemos sentirnos todos implicados y procurar aportar. En este contexto sociopolítico, se percibe una erosión constante en la credibilidad de las instituciones estatales, marcada por su incapacidad para resolver problemas estructurales que impactan directamente a la ciudadanía”.
“Discernir con madurez quiénes pueden liderar nuestro querido país”
Los obispos de Costa Rica hicieron un llamado a los feligreses a ejercer un voto informado, consciente y responsable, libre de presiones y guiado por valores éticos; “es necesario discernir con madurez quiénes pueden liderar nuestro querido país con transparencia, compromiso social, respeto a la dignidad humana y capacidad de diálogo. La participación no se agota en el acto de votar, sino que se prolonga colaborando en lo positivo con las autoridades que resulten electas”.
Instaron a toda la ciudadanía a demandar, “de quienes se ofrecen a representarlos, una política guiada por los principios éticos del bien común, la solidaridad y la justicia; que los grandes temas que atañen al desarrollo humano integral de los habitantes sean el centro de los debates y den prioridad a las poblaciones empobrecidas, excluidas y rezagadas; que las propuestas para la gestión en los ámbitos de los poderes ejecutivo y legislativo sean viables, consistentes y sinceras; que desaparezca el odio y el irrespeto en los discursos políticos”.
“El respeto a la libertad religiosa y a la autonomía de las conciencias es un principio fundamental en una sociedad democrática, incluye el derecho de las comunidades de fe -como la Iglesia Católica- a manifestar públicamente sus convicciones desde el respeto”, añadieron.
