El papa León XIV ha escogido un tema de enorme actualidad para la 60ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará en 2026: el impacto de la inteligencia artificial en la vida de las personas y en la manera de relacionarnos. En concreto, el título es ‘Preservar las voces y rostros humanos’.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
El Pontífice alerta de que, en los ecosistemas comunicativos actuales, “la tecnología influye en las interacciones como nunca antes”, desde los algoritmos que filtran la información hasta las herramientas de IA capaces de redactar textos y conversaciones completas. “La humanidad hoy cuenta con posibilidades impensables para tan solo un año”, reconoce. Pero advierte que, aunque estas herramientas ofrecen eficacia, “no pueden reemplazar las capacidades exclusivamente humanas de empatía, ética y responsabilidad moral”.
En el texto publicado por la Santa Sede se defiende que “la comunicación pública requiere justicia humana, no solo usuarios de datos”. Asimismo, subraya que el futuro de la comunicación debe ser uno “en el que las máquinas estén orientadas a la conexión de la vida humana, y no a fuerzas que erosionan la voz humana”.
Inteligencia artificial
Centralización del poder
La IA, reconoce, puede ser útil, pero también “cautivadora, manipuladora y dañina”, al reproducir estereotipos y amplificar la desinformación con simulaciones de voces y rostros humanos. Denunció igualmente que estas tecnologías pueden “invadir la privacidad e intimidar a las personas sin su consentimiento”, mientras que la dependencia excesiva “debilita el pensamiento crítico y la creatividad” y favorece la “centralización del poder” en unos pocos.
Frente a ello, el Papa propone una tarea urgente: “introducir la alfabetización mediática en los sistemas educativos, incluyendo la alfabetización mediática y la inteligencia artificial (MAIL)”. Y añadió un desafío particular para los creyentes: “Como católicos, podemos y debemos contribuir para que las personas, especialmente los jóvenes, adquieran la capacidad de pensar críticamente y crezcan en libertad espiritual”.
