Luis Antonio Rodríguez Huertas es el antipolítico (aunque él no se vea así). “Hasta a mí me genera rechazo la política de hoy, pero es que la política de verdad es la que llega a acuerdos y la que es capaz de sentarse con el diferente”. Así se expresa, café en mano, en una distendida conversación con Vida Nueva.
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Este laico claretiano es el líder en Granada de Por un mundo más justo (algo así como el antipartido), la formación que ha impulsado –congregando a más de 900 asociaciones de la sociedad civil– la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para la regularización extraordinaria de medio millón de migrantes. Y aunque esta se ha quedado atascada en el Congreso, la realidad es que la siembra ya está hecha.
Por un mundo más justo se presenta como un partido pluriconfesional en el que hay cristianos, con o sin experiencia en la política, que buscan, como Rodríguez Huertas, llevar el Evangelio a la política. Y no a base de “bibliazos” sino aterrizando la Doctrina Social de la Iglesia en medio de la sociedad de la polarización.
Luis Antonio Rodríguez Huertas, Por un Mundo Más Justo
Jesús, con los pobres
“Me siento evangelizador por encima de todo y el Señor me ha ido abriendo caminos para concretar esa forma de evangelizar… y ahora lo hago en la política”, explica Rodríguez Huertas. Él entró con 13 años en el seminario menor de los misioneros claretianos, de hecho, llegó a hacer los votos temporales, hasta que “supe que el Señor tenía otra cosa preparada para mí”.
Así, siguió vinculado a la congregación en un equipo misionero, desde donde fue acercándose a realidades de exclusión. “El Jesús del Evangelio, el que sirve a los pobres, es el que a mí me ha seducido”, remarca. Precisamente en esas misiones populares se topó en 2004 con Por un mundo más justo. Entonces comenzaría su periplo en las Cáritas de Granada, Almería y Guadix-Baza. Hasta ahora, que compatibiliza la acción política con su trabajo en la Fundación para la Ciudadanía Global.
¿Qué hace un tipo como él en política? “Eso le pregunto casi todos los días al Señor, pero como recordó Pablo VI en ‘Evangelii nuntiandi’, la política es el lugar propio de los laicos”, responde. La realidad es que 16 años después de conocer Por un mundo más justo, “Dios quiso que me dedicara a esto”. “Tras un discernimiento intenso con mi mujer”, en medio de la pandemia le dio el ‘sí quiero’ a la política.
Para Rodríguez Huertas, su ser y hacer como servidor de lo público va dirigido a un solo fin: “Poner en primer lugar a los colectivos más débiles”. Y esto busca hacerlo desde un concepto de política fraternal, “generando redes, haciendo realidad la sinodalidad en un lugar tan denostado como la política”.
Para Rodríguez Huertas, su acción política “es una opción muy evangélica, y, aunque me siento más cómodo evangelizando en otros terrenos, hay que estar aquí independientemente del éxito, porque hoy la política es uno de los lugares que está más necesitado de que el Evangelio se haga presente”, reconoce.
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