León XIV pide a los religiosos “una mirada abierta y atenta a las necesidades reales de nuestros hermanos”

Vida comunitaria, obediencia y atención a los signos de los tiempos. Estas son los tres aspectos en los que el papa León XIV ha invitado hoy, durante una audiencia, a profundizar a los capítulos generales de los Misioneros de la Preciosísima Sangre, la Sociedad de María, los Frailes Franciscanos de la Inmaculada y las Ursulinas y, con ellos, a toda la vida religiosa.

En relación a la fundadora de las ursulinas –Brígida de Jesús Morello-, el Pontífice ha destacado que “ya en el siglo XVII, a través de la formación de mujeres jóvenes, en una época en la que la sociedad no siempre reconocía plenamente su valor, inauguró una labor de promoción de la mujer que daría muchos frutos en el futuro”.

Sobre el fundador de la Sociedad de María -san Gaspar del Búfalo-, ha señalado que, “dos siglos después, en Roma, mediante misiones populares y la difusión de la devoción a la Sangre de Cristo, se comprometió a combatir el espíritu desenfrenado de impiedad e irreligión que plagaba su época”.

Por su parte, “el Padre Jean-Claude Colin -fundador de la Sociedad de María- emprendió una labor similar en Francia, inspirándose para su apostolado en el espíritu de humildad y recogimiento de María de Nazaret”. Y, finalmente, “en la década de 1990, siguiendo los pasos de san Francisco y san Maximiliano Kolbe, se fundaron los Frailes Franciscanos de la Inmaculada”.

León XIV recibe a varias congregaciones que están en Roma celebrando su capítulo general

De este “legado multifacético”, Robert Francis Prevost ha destacado los tres aspectos “unificadores”:

1. Vida comunitaria

“El primero es la importancia, en la vocación religiosa que comparten, de la vida comunitaria como lugar de santificación y fuente de inspiración, testimonio y fortaleza en el apostolado. El Espíritu Santo inspiró a quienes os precedieron a unirse a los hermanos y hermanas que la Providencia puso en su camino, para que en la comunión del bien, la bondad se multiplicara y creciera. Así fue al comienzo de vuestras fundaciones y a lo largo de los siglos, y sigue siéndolo también ahora”, ha señalado.

2. Obediencia

“El segundo aspecto en el que quisiera centrarme es el valor fundamental, en la consagración religiosa, de la obediencia como acto de amor. Hoy en día, hablar de obediencia no está muy de moda: se considera una renuncia a la propia libertad. Pero no es así. La obediencia, en su sentido más profundo de escucha activa y generosa, es un gran acto de amor por el que uno acepta morir a sí mismo para que su hermano o hermana pueda crecer y vivi, ha explicado.

Y ha añadido: “Profesada y vivida con fe, traza un camino luminoso de entrega, que puede ayudar enormemente al mundo en que vivimos a redescubrir el valor del sacrificio, la capacidad de relaciones duraderas y una madurez en la convivencia que trasciende los sentimientos momentáneos y se cimienta en la fidelidad. La obediencia es una escuela de libertad en el amor”.

3. Atención a lo signos de los tiempos

“Finalmente, el tercer aspecto en el que quisiera centrarme es la atención a los signos de los tiempos. Sin esta mirada abierta y atenta a las necesidades reales de nuestros hermanos y hermanas, ninguna de sus congregaciones habría nacido”.

“Sus fundadores y fundadoras fueron personas capaces de observar, evaluar, amar y luego ponerse en camino, incluso a riesgo de un gran sufrimiento, incluso a costa de perder el suyo propio, para servir a sus hermanos y hermanas en sus necesidades reales, reconociendo la voz de Dios en la pobreza del prójimo. Por eso es importante que trabajen en la memoria viva de estos valientes comienzos, identificando potencialidades aún inexploradas para ponerlas al servicio del ‘aquí y ahora'”, ha subrayado.