Con motivo del 70 cumpleaños del papa León XIV, Crux ha publicado la primera parte de la entrevista que el pontífice ha concedido a su periodista Elise Ann Allen. Una conversación que forma parte de la biografía del pontífice, ‘León XIV: ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI’ que estará en la calle el próximo 18 de septiembre.
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En la entrevista, León XIV define el proceso de sinodalidad del papa Francisco como “una actitud, una apertura, una voluntad de comprender”, “significa que todos y cada uno de los miembros de la Iglesia tienen voz y un papel que desempeñar a través de la oración, la reflexión… a través de un proceso” que tiene muchas concreciones y que no se reduce a reducir la autoridad de los obispos. Para el pontífice la sinodalidad “es una actitud que creo que puede enseñar mucho al mundo actual”. “Creo que es una especie de antídoto a la polarización”. “Es una forma de abordar algunos de los mayores retos que tenemos en el mundo actual. Si escuchamos el Evangelio, si lo reflexionamos juntos y si nos esforzamos por caminar juntos, escuchándonos unos a otros, tratando de descubrir lo que Dios nos dice hoy, hay mucho que ganar”, añadió.
Para León XIV, “no se trata de intentar transformar la Iglesia en una especie de gobierno democrático, ya que, si miramos a muchos países del mundo actual, la democracia no es necesariamente la solución perfecta para todo”; sino que es “una gran oportunidad a la Iglesia para comprometerse con el resto del mundo”. “Desde la época del Concilio Vaticano II, creo que eso ha sido significativo, y aún queda mucho por hacer”, apunta.
Perspectiva latina
Al comentar sus vínculos con Perú, Prevost lo considera “importante”, confiesa: “anto para mi conexión con el papa Francisco como para mi comprensión de parte de la visión que el papa Francisco tenía para la Iglesia, y cómo podemos continuar con eso en términos de una verdadera visión profética para la Iglesia de hoy y de mañana”. Tanto es así que en el mundial de fútbol animará “probablemente a Perú, solo por los lazos afectivos” en su partido contra Estados Unidos, aunque dice que en casa aprendió a tener “una postura abierta, dialógica, amistosa y no competitiva en cosas como esa”.
Sobre el papado no esconde que le “queda mucho por aprender” y que se siente cómodo en “la parte pastoral” y agradecido por la buena acogida. “Aprecio a todo el mundo, sean quienes sean, con lo que vengan, y les escucho”, añade. Lo novedoso, reconoce, es la cuestión diplomática: “He seguido la actualidad durante muchos años”, explica, “pero el papel del Papa es sin duda nuevo para mí. Estoy aprendiendo mucho y me siento muy desafiado, pero no abrumado.
En ese sentido, tuve que lanzarme a la piscina muy rápidamente”. En lo personal, no oculta que “el Espíritu Santo es la única forma de explicar cómo fui elegido para este cargo, para este ministerio. Por mi fe, por lo que he vivido, por mi comprensión de Jesucristo y del Evangelio, dije que sí, que estoy aquí”.
Paz y mediación
En relación con la diplomacia está la cuestión de la defensa de la paz. Así, hablando sobre Ucrania, lamenta “las muertes inútiles después de estos años de gente de ambos bandos, en ese conflicto en particular, pero también en otros conflictos, creo que la gente tiene que despertar de alguna manera para decir que hay otra forma de hacer esto”.
Ahí, defiende, “desde que comenzó la guerra, la Santa Sede ha realizado grandes esfuerzos por mantener una postura que, por difícil que sea, no se decante por ninguno de los bandos, sino que sea verdaderamente neutral. Algunas cosas que he dicho se han interpretado de una forma u otra, y eso está bien, pero creo que la parte realista no es lo más importante en este momento. Creo que varios actores diferentes tienen que presionar lo suficiente para que las partes en guerra digan ‘basta ya’ y busquen otra forma de resolver sus diferencias”.
Ante la extensión de los conflictos, añade, “seguimos teniendo esperanza. Creo firmemente que no podemos perder la esperanza, nunca. Tengo grandes esperanzas en la naturaleza humana”. Por ello recuerda que “la forma de tender puentes es principalmente a través del diálogo. Una de las cosas que he podido hacer en estos primeros meses es mantener al menos algún tipo de diálogo, visitas con líderes mundiales de organizaciones multinacionales”, más en un momento de debilidad institucional de las Naciones Unidas.
Para León XIV, “tenemos que seguir recordándonos a nosotros mismos el potencial que tiene la humanidad para superar la violencia y el odio que nos dividen cada vez más. Vivimos en una época en la que la polarización parece ser una de las palabras del día, pero eso no ayuda a nadie. O si ayuda a alguien, es a muy pocos, mientras que todos los demás sufren”. Y es que la polarización, reflexiona, puede estar relacionada con “la pérdida de un sentido más elevado de lo que es la vida humana”, además de la situación social y económica de las clases trabajadoras.