La Basílica de San Pablo Extramuros ha acogido, en la tarde de este 14 de septiembre, una Conmemoración de los mártires y testigos de la fe del siglo XXI presidida por el papa León XIV. Una cita a la que han acudido diferentes representantes de 16 Iglesias ortodoxas y de 8 comunidades evangélicas, comenzado por la comunión anglicana o la Federación Luterana Mundial. Al concluir la celebración, recibió la felicitación de cumpleaños de los cardenales, el boca de su decano el cardenal Giovanni Battista Re, en la sacristía y una tarta en el claustro de la abadía benedictina.
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En su homilía, el Papa destacó que la cruz es la “esperanza de los cristianos” y la “gloria de los mártires”. Y es que, destacó, “con su cruz Jesús nos ha manifestado el verdadero rostro de Dios, su infinita compasión por la humanidad; cargó sobre sí el odio y la violencia del mundo, para compartir la suerte de todos los que son humillados y oprimidos”. El Papa recordó que “muchos hermanos y hermanas, también hoy, a causa de su testimonio de fe en situaciones difíciles y contextos hostiles, cargan con la misma cruz del Señor” y “son perseguidos, condenados, asesinados”.
León XIV destacó a esos “mujeres y hombres, religiosas y religiosos, laicos y sacerdotes, que pagan con la vida la fidelidad al Evangelio, el compromiso con la justicia, la lucha por la libertad religiosa allí donde todavía es transgredida, la solidaridad con los más pobres”. Son “valientes testigos de la fe” y “su martirio sigue difundiendo el Evangelio en un mundo marcado por el odio, la violencia y la guerra; es una esperanza llena de inmortalidad, porque, aunque fueron asesinados en el cuerpo, nadie podrá apagar su voz ni borrar el amor que donaron; es una esperanza llena de inmortalidad, porque su testimonio permanece como profecía de la victoria del bien sobre el mal”.
Custodiar la memoria
Entre los mártires contemporáneos citó a la religiosa “Dorothy Stang, comprometida con los “sin tierra” en la Amazonía” que se defendió con la Biblia; a “Ragheed Ganni, sacerdote caldeo de Mosul en Irak, que renunció a combatir para testimoniar cómo se comporta un verdadero cristiano”; o a “Francis Tofi, anglicano y miembro de la ‘Melanesian Brotherood’, que dio la vida por la paz en las Islas Salomón”. Y es que, denunció, “a pesar del fin de las grandes dictaduras del siglo XX, todavía hoy no ha terminado la persecución de los cristianos, es más, en algunas partes del mundo ha aumentado”.
“No podemos, no queremos olvidar. Queremos recordar”, clamó el pontífice, recordando lo de Tertuliano que “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos” por ello reafirmó “el compromiso de la Iglesia Católica de custodiar la memoria de los testigos de la fe de todas las tradiciones cristianas” a través de la Comisión para los Nuevos Mártires, en el Dicasterio para las Causas de los Santos con el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
El Papa concluyó su homilía con el testimonio del niño pakistaní Abish Masih que solo pedía “hacer del mundo un lugar mejor”. “Que el sueño de este niño nos impulse a testimoniar con valentía nuestra fe, para ser juntos levadura de una humanidad pacífica y fraterna”, deseó.