El arzobispo de Oviedo intenta zanjar la polémica: “Morito es un apelativo cariñoso”

Tras “sufrir algunos chispazos políticos y mediáticos”, Jesús Sanz inicia la “vuelta al cole” con una carta en la que justifica sus palabras sobre el veto a las fiestas musulmanas en Jumilla

El arzobispo de Oviedo intenta zanjar la polémica: “Morito es un apelativo cariñoso”

‘De vuelta al cole, entre incendios y polémicas’. Así titula el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, su carta dominical en la que justifica sus palabras sobre el veto de PP y Vox a las fiestas musulmanas en Jumilla (Murcia).



En su polémico tuit de agosto, el religioso se hizo dos preguntas: ¿Dónde está la reciprocidad negada de los moritos con los cristianos que asesinan en nuestras iglesias dentro de sus territorios? ¿Ponernos estupendos citando textos civiles o eclesiales para que nos sigan matando?”.

Tras estas palabras, el franciscano reconoce que ha “vuelto a sufrir algunos chispazos políticos -la izquierda asturiana lleguó a tildarle de “heereje, xenófobo, racista y fascista– y mediáticos ante algo que expresé brevemente al hilo de una cuestión lejana como era el uso o no de un polideportivo para un ritual musulmán de sacrificios de corderos”.

Jesus Sanz Montes Leon Xiv

Según explica, “simplemente dije que el buenismo que hacía ponerse a algunos estupendos esgrimiendo el respeto por un ritual musulmán y un espacio público donde ejecutarlo, a mí me recordaba que no es el mismo trato que nos brindan a los cristianos cuando pacíficamente tratamos de vivir y expresar (con enorme censura o incluso con hostil persecución) nuestra fe en los lares donde hay gobernanzas de la media luna que se rigen por el Corán”.

Para Sanz Montes, “dentro de un diálogo interreligioso viable y deseable, entiendo que es posible la convivencia respetuosa entre las distintas religiones. De hecho, tengo la experiencia en mis visitas a África, donde estaban nuestros misioneros, de una relación cordial y respetuosa entre nuestra comunidad cristiana con la parroquia católica y los responsables y fieles islámicos con su mezquita musulmana”.

Pero, “lamentablemente, no siempre es así”. Y “también se da una versión violenta y excluyente de los postulados islámicos. Se llega incluso a la acción terrorista cuando se practican los secuestros de cristianos, las violaciones de nuestras mujeres, los asesinatos por degollación y las explosiones de bomba en nuestras iglesias católicas”, detalla.

“Además de la casi imposibilidad de expresar la fe cristiana más allá de la clandestinidad a la que nos obligan en sus lares. Entonces pedí simplemente la reciprocidad: bienvenidos los musulmanes que con respeto a nuestra historia y tradiciones se integran entre nosotros, pudiendo libremente expresar su fe, pero que los cristianos seamos igualmente bienvenidos con idénticas actitudes de benevolencia en sus países”, continúa en su misiva.

“A algunos les resultó insufrible el término”

Entrando en materia, el prelado señala que “a algunos les resultó insufrible el término ‘moritos’ con el que me referí a los musulmanes”. “La palabra ‘moro’ viene del griego ‘máuros’ que significa literalmente ‘oscuro’. Y así se denominó a los habitantes de Mauritania por estar poblada de personas con la tez oscura, ‘mora'”, comienza explicando.

Y continúa: “Luego se extendió a todo el Magreb y, finalmente, al África en la que se expandió la religión musulmana. Decir moro era como decir musulmán. Nada despectivo, hiriente o insultante. Véase el desarrollo del uso popular y nuestro refranero. Y ‘moritos’, como españolitos o asturianinos, no deja de ser un apelativo cariñoso”. “¿Dónde está el problema?”, se pregunta.

El arzobispo de Oviedo tiene claro que “la reacción que produjo mi breve deseo ha sido desproporcionada: por una parte, las diatribas sincronizadas de quienes necesitaban construir un ‘casus belli’ para atacarme o justificar mi improcedencia y mi exclusión, pero, por otra, mucho más (inmensamente mucho más) el apoyo agradecido que he recibido desde Estados Unidos, México, Alemania, Austria, Italia, Marruecos y de toda España”.

Sanz Montes concluye su escrito insistiendo en que “no hubo intención por mi parte más que de pedir reciprocidad a los moritos para con los cristianitos. No es una escaramuza de moros y cristianos siguiendo el manual de Don Pelayo, sino justamente todo lo contrario: entrar en un diálogo que fomenta la convivencia desde el respeto a la vida y la sana tolerancia fraterna. Como pide el Papa y pedimos los obispos”.

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