Tiene 35 años, es de Granada y uno de los ‘influencer’ católicos más conocidos, con cerca de 642.000 seguidores solo en Instagram, además de modelo reconocido y empresario. Ayer lo anunciaba en sus redes sociales. ¿El motivo? Pablo García va a ser sacerdote e ingresará este mes de septiembre en el Seminario Diocesano de Getafe, donde se están formando los jóvenes vinculados a Hakuna que sienten la llamada al ministerio ordenado.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“Básicamente en una semana voy a entrar al seminario, así tal cual, y si Dios quiere, en unos años seré sacerdote”, explica mirando a cámara anunciando que próximamente cerrará su cuenta en Instagram. “No ha sido una decisión sencilla, pero estoy tranquilo, porque descansa en una certeza: el que apuesta por el Señor no se equivoca”, comparte sobre su proceso de discernimiento para iniciar “una vida radicalmente distinta”.
Al servicio de los demás
“El que apuesta por Dios tiene la certeza de no equivocarse”, sentencia. “Lo único que quiero en esta vida es ser santo y todo lo demás va detrás, me sobra”, añade en su reflexión, sobre el deseo de llevar “una vida de entrega al servicio de los demás, una entrega completa con un nombre: el sacerdocio”.
Ver esta publicación en Instagram
“Para mí el éxito en la vida no es Instagram, tener dinero o que te reconozcan en la vida, son cosas buena, pero el verdadero éxito es vivir la vida que Dios pensó para mí”, confiesa en otro momento, admitiendo incluso que tiene “un trabajo de la leche”.
Referencia a Modrić
“¿Por qué me llamas a mí, Señor, si soy un ‘notas’, un ‘zopenco’ y un ‘matao’?”, comenta con humor, que no duda tampoco en echar mano de Luka Modrić para resumir su cambio vital: “No llores porque se terminó, sonríe porque sucedió”.
Junto al vídeo, Pablo añade en su perfil un texto sobre su andadura digital. “Han sido casi cuatro años maravillosos en los que desde el primer día soñé con llevar el amor de Dios a través de esta pantalla”, escribe sobre su presencia en Instagram donde ha compartido en este tiempo lo mismo sus momentos de ocio que de oración, sus looks, sus relaciones familiares… Por ello, admite que “sin duda el mayor regalo que me llevo de esta cuenta son los milagros, continuos, de personas contándome y abriéndome su corazón”.
Inquietudes y desahogos
“Acercamientos a la fe, inquietudes y, por supuesto, desahogos. Ese ha sido mi mayor regalo”, llega a confesar Pablo, sabedor de que su entrada en el seminario “es una decisión que seguramente ‘el mundo’ no entiende: una vida cómoda, una estabilidad, ciertos lujos y ‘pocas preocupaciones’”. Frente a ello, lanza una pregunta a sus seguidores: “¿De qué me sirve todo eso si mi corazón anhela y me grita otra vida? Yo me niego a conformarme”.
“Lo que te pido es que si quieres, que reces por mí. Para que no me guarde nada. Para que mi entrega sea entera, aunque no vea resultados ni frutos. Para que, también en los momentos malos, me repita una y otra vez: solo Dios basta”, añade en su reflexión que concluye así: “¡Gracias por todo! Te rezo”.