El papa León XIV ha concluido finalmente su segundo y breve periodo vacacional y ha retomado, una semana más, su audiencias generales en el Aula Pablo VI –para evitar los calores veraniegos–. Su catequesis va al hilo de la propuesta jubilar sobre la esperanza, en esta ocasión ha sido sobre el perdón. Además, ha recordado a san Bernardo de Claraval, el santo del día. Además convocó una jornada de ayuno y oración por la paz para el próximo 22 de agosto por todos quienes “sufren por los conflictos en curso”, especialmente en Tierra Santa y Ucrania, pueblos que encomendó a María, Reina de la Paz.
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Amar hasta el final
Comentando el momento en que Jesús comparte el pan con Judas en la Última Cena, el Papa, “el último intento del amor por no rendirse”, reflexionó que “amar hasta el final” es “la clave para comprender el corazón de Cristo. Un amor que no se detiene ante el rechazo, la decepción, ni siquiera la ingratitud”. Con su gesto, Jesús “ha comprendido que la libertad del otro, incluso cuando se extravía en el mal, todavía puede alcanzarse con la luz de un gesto manso. Porque sabe que el verdadero perdón no espera el arrepentimiento, sino que se ofrece primero, como un don gratuito, incluso antes de ser acogido”.
En Judas, prosiguió, “es como si el mal, hasta ese momento oculto, se manifestara después de que el amor mostrara su rostro más desarmado”; aunque “Dios lo hace todo, absolutamente todo, para llegar a nosotros, incluso en el momento en que lo rechazamos”. “Es aquí donde el perdón se revela en toda su potencia y manifiesta el rostro concreto de la esperanza”, añadió.
Nueva oportunidad
Para el pontífice, “el amor de Jesús no niega la verdad del dolor, pero no permite que el mal sea la última palabra. Este es el misterio que Jesús realiza por nosotros, en el que también nosotros, a veces, estamos llamados a participar”. Y es que, añadió, “el evangelio nos muestra que siempre hay una manera de seguir amando, incluso cuando todo parece irremediablemente comprometido. Perdonar no significa negar el mal, sino impedir que genere más mal. No es decir que no haya pasado nada, sino hacer todo lo posible para que no sea el rencor el que decida el futuro”.
“Cristo permanece fiel hasta el final, y así su amor es más fuerte que el odio”, clamó León XIV. Ante las “noches del alma, noches de decepción, noches en las que alguien nos ha herido o traicionado”, “la tentación es cerrarnos, protegernos, devolver el golpe”; pero “el Señor nos muestra la esperanza de que siempre hay otro camino”, “que se puede responder con el silencio de la confianza” y “que se puede seguir adelante con dignidad, sin renunciar al amor”. Por ello, invitó a pedir “la gracia de saber perdonar, incluso cuando no nos sentimos comprendidos, incluso cuando nos sentimos abandonados”. Y es que, añadió, “cuando la luz del perdón logra filtrarse entre las grietas más profundas del corazón, comprendemos que nunca es inútil”. “Toda traición puede convertirse en una oportunidad de salvación, si se elige como espacio para un amor más grande. No cede ante el mal, sino que lo vence con el bien, impidiendo que apague lo que hay de más verdadero en nosotros: la capacidad de amar”, concluyó el pontífice.
Esperanza para Ucrania
Antes de la audiencia, en la noche de este martes, 19 de agosto, al despedirse de Castel Gandolfo el Papa saludó a las personas presentes y señaló a los periodistas que, sobre la situación en Ucrania “hay esperanza, pero todavía tenemos que trabajar mucho, rezar mucho, y buscar realmente el camino a seguir, para encontrar la paz”. “Rezamos y buscamos caminos para avanzar”, añadió.
Sobre sus estancias veraniegas en la villa papal señaló que “estar aquí es una gracia, estoy muy contento con la acogida de la gente”. Además, el Papa espera volver pronto a Castel Gandolfo. Sobre sus primeros 100 días de pontificado, León XIV señaló que ha sido “una bendición de Dios”. “Recibo tanto, creo tanto en las gracias del Señor y agradezco tanto esta acogida que he recibido, os doy las gracias a todos”, apuntó.