Finalizó este domingo la Semana Social 2025, organizada por la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina y la diócesis de Mar del Plata, bajo el lema: «La amistad social como sueño y camino. El legado de Francisco».
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Después de dos días de exposiciones, paneles y deliberaciones publicaron un mensaje final en el que destacaron que la partida del papa Francisco, dejó una huella profunda en la Iglesia y en el mundo. Con su vida y magisterio optó por los pobres, el Cuidado de la Casa Común, su llamado a la fraternidad social y su compromiso por la paz, desafíos que interpelan para la construcción de una sociedad más justa.
Han abordado los desafíos claves a través de algunos ejes esenciales del pensamiento social del Papa Francisco: “Política y construcción de la Amistad Social”, “Leer la realidad desde las periferias”, “Economía y Trabajo”, “Pacto Educativo para el Cuidado de la Casa Común” y “Tecnología y Desarrollo Humano Integral”.
Escenario social
En el mensaje, los obispos reconocieron que la Patria se encuentra afectada por polarizaciones que separan y priorizan intereses sectoriales sobre el bien común. La consecuencia de esta situación es una sociedad herida y dividida, y con muchos hermanos en situación de pobreza y exclusión. “Inspirados en el Evangelio, buscamos promover el encuentro, el compartir experiencias, reflexiones y saberes favoreciendo el diálogo social y los caminos para organizar la esperanza”.
Agregaron que la Iglesia, como espacio de misericordia gratuita, acoge y alienta a todos, invita a una conversión pastoral, a primerear, involucrarnos, acompañar, fructificar y celebrar.
En la búsqueda de la amistad social y la fraternidad, consideran que el modelo del poliedro, en el que confluyen de todas las parcialidades y las diferencias enriqueciéndose. Por tal motivo, para impulsar el deseo de hermandad y solidaridad, es vital ir más allá de los conflictos, y poner el eje en la dignidad profunda de cada persona.
Economía con rostro humano
Los obispos indicaron que han conversado insistentemente sobre la necesidad de una economía con rostro humano. “La política no debe someterse a la economía, ni esta a la tecnocracia. El mercado, por sí solo, no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social”, afirmaron.
Política y economía deben dialogar y promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad para generar nuevos puestos de trabajo porque el trabajo digno es el principal organizador de la vida social y la falta de trabajo hiere profundamente la dignidad de las personas, conduciendo en muchos casos al desaliento, aislamiento y a la pérdida de sentido. Además, insistieron en que “el trabajo sin derechos no es bendición, es explotación”. Sostuvieron, entonces, la importancia de la articulación con distintos actores sociales: Estado, empresas, sindicatos, economías regionales, cooperativas, emprendedores y movimientos sociales.
“Es una exigencia ética y evangélica fundamental la opción preferencial por los más pobres, destinatarios privilegiados del Evangelio y la justicia social. La inequidad y la falta de un desarrollo humano integral no construye la paz”, indicaron los obispos interpelados por el legado de Francisco que habló de la cultura del descarte y la globalización de la indiferencia.
Dignidad y Bien común
Teniendo en cuenta las reflexiones de estas jornadas, los miembros de la pastoral social opinaron que frente al ritmo vertiginoso y superficial de la vida es indispensable fortalecer la reflexión y el «pensamiento crítico» para discernir los signos de los tiempos. Ante el avance de la ciencia y la tecnología, como la Inteligencia Artificial, sin un horizonte humano, o criterio ético superior o regulaciones lleva a la degradación socio-ambiental.
La Iglesia alienta el debate honesto porque la dignidad y el bien común deben ser el centro de una justicia social tecnológica y ambiental que reduzca daños y profundice beneficios para la integración de todos.
Reafirmaron la urgencia de un nuevo diálogo en la búsqueda de la unidad y de la construcción de un proyecto para una Argentina justa, fraterna y solidaria que cuide nuestra Casa Común.
Para concluir, los obispos desearon que el diálogo, la misericordia y la alegría de la esperanza impulsen a involucrarse y organizarse como sociedad para tejer vínculos que posibiliten una Patria con verdadera amistad social y orientada al bien común, y mencionaron las palabras de Francisco: “la esperanza es audaz y sabe mirar más allá de la comodidad personal para abrirse a grandes ideales que dignifican la vida”.