La Iglesia mendocina que camina junto al pueblo, a través de su equipo de pastoral social, no es indiferente a sus esperanzas y anhelos, angustias, preocupaciones y luchas por la vida digna de todos. Por tal motivo, redactaron una documento: “Minería… ¿cómo? Aportes para la participación responsable de todos”.
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Recordaron las palabras de Francisco en EG, 183: «Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política, la Iglesia no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia».
“Interpelados”
Por tal motivo, señalaron que crecen entre ellos mismos diferencias y conflictos ante los proyectos de explotación de los bienes, y tanto las personas como los sectores y las comunidades experimentan confusión y perplejidad por las distintas valoraciones sobre actividades mineras, petroleras, hidroeléctricas, agropecuarias, vitivinícolas, obras viales, infraestructuras turísticas.
Con la finalidad de buscar caminos de encuentro y diálogo que busquen soluciones eficaces, creen que es necesario un acercamiento racional, responsable y honesto. “La confrontación, el insulto, la persecución sea política o judicial y “meter” miedo son caminos que no nos ayudan a crecer como sociedad”, afirmaron. Asimismo, sostuvieron que quien piensa distinto no es un enemigo que hay que destruir sino una persona con la que quieren dialogar para conocer su posición y entenderlo.
El equipo de pastoral social mendocino expresó que se sintieron interpelados a pronunciarse ante esta situación. Más que responder si “Minería, Si” o “Minería, No”, deben responder en primer lugar: “Minería, ¿cómo?”.
Actividad minera
Con respecto a la actividad minera, opinaron que hay una corresponsabilidad de sus actores: empresarios, funcionarios, profesionales ingenieros y técnicos, quienes en el cumplimiento de las normas legales y contractuales, deben proteger la integridad física y moral de los trabajadores, de las poblaciones involucradas y del ambiente.
Uno de los mayores peligros es el “extractivismo” que busca ganancias económicas sin importar el horizonte humano, social y ambiental. Convierte prontamente en bienes de capital a los bienes de la naturaleza. Obtendrá materias primas e insumos que la industria utilizará y transformará para comercializar en la sociedad. El consumo de la sociedad será devuelto a la naturaleza en forma de desechos contaminantes. Esto se traduce en un circuito consumista que pone al límite los bienes de la Tierra.
“No es sostenible la pretensión de un crecimiento económico infinito materialmente en un mundo que es finito. Tampoco lo es el hecho que en el afán de generar riquezas materiales se sacrifiquen las condiciones de vida de pueblos enteros, se pongan en peligro las fuentes hídricas y se deterioren valiosos ecosistemas”, insistió la pastoral social.
Reclamo
Teniendo en cuenta estas observaciones, pidieron a gobernantes, empresarios, inversionistas y a todos los ciudadanos, priorizar la vida de los pobladores, el cuidado del agua y la biodiversidad por encima de cualquier otro interés económico o financiero. “Toda actividad económica virtuosa procura el respeto de la dignidad humana y promueve el bien común”, aseveraron.
Además, requirieron escuchar respetuosamente a quienes estén afectados por los proyectos extractivistas, asumir asertivamente los datos de la ciencia, diseñar plataformas de diálogo y prever los controles transparentes y honestos necesarios orientados al cuidado de la vida con la convicción de que “todo daño al medio ambiente es un daño a la humanidad”.
Enumeraron, según su parecer, las condiciones de una minería posible y sustentable:
- Licencia social de las comunidades involucradas, verificadas fehacientemente en audiencias públicas
- Cuidado y promoción de las personas, las comunidades y del ambiente (antes, durante y después de todo emprendimiento minero) sin subestimar el deterioro de la infraestructura vial (uso de vehículos de gran porte), ni la verificación de pasivos ambientales ni el análisis pormenorizado del escurrimiento de las aguas, a nivel superficial y subterránea
- Auténtica participación en las ganancias por parte de las comunidades locales y provinciales: establecer con claridad el régimen de regalías con un instrumento legal provincial, que tenga en cuenta el bien común de la población.
- Controles transparentes y honestos, institucionales y ciudadanos, nacionales e internacionales que despejen todo temor de corrupción o negligencia.
Reiteran que, sin un diálogo trasparente con participación privilegiada de los habitantes locales, la extracción de minerales, generará impactos sociales y ambientales negativos.
Para concluir, la pastoral social de la Arquidiócesis entiende que se debe crecer en el compromiso por el cuidado de la Creación y el uso inteligente y responsable de sus dones, para asegurar un futuro digno de los mendocinos, evitando replicar dinámicas de despojo y pobreza que han deslegitimado la actividad minera.
