“El mensaje de san Josemaría conserva hoy una fuerza particular: la llamada universal a la santidad en el trabajo, al servicio de la sociedad y en la familia, una pequeña Iglesia doméstica, como gustaba decir san Pablo VI”. Así lo ha afirmado Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, en una entrevista con Avvenire sobre la vigencia del mensaje del fundador de la Orden con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento.
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Para Ocáriz la propuesta espiritual del fundador del Opus Dei “sigue siendo radical y profundamente cristiana: cada trabajo, cada compromiso familiar, cada pequeña alegría o sufrimiento vivido con amor se convierte en una oportunidad para encontrar a Dios”. “Esta llamada a santificar el presente, con realismo y esperanza, es más relevante que nunca”, asevera.
Durante la entrevista, el prelado ha recordado como, pocos días después de su elección, León XIV le recibió en audiencia privada. “Fue un gesto de paternidad”, señala, “durante el cual el Papa mostró su cercanía y afecto, como un padre común en la Iglesia”. Además, durante la conversación, el Papa preguntó por el estudio de los Estatutos de la Prelatura y “escuchó con gran interés las explicaciones”.
Pero más allá de los temas de gobierno, Ocáriz confiesa estar impresionado por el perfil espiritual del nuevo Pontífice: “Me impresiona su profundidad interior, su serenidad y, por así decirlo, su naturalidad. En un tiempo a menudo marcado por la prisa y el ruido, el Santo Padre parece conservar un silencio lleno de Dios”.
“Percibimos en él una fe sólida y vivida, capaz de generar esperanza, y un sentido de misericordia hacia cada persona”, añade, destacando también los testimonios que llegan desde Chiclayo, la diócesis peruana donde León XIV fue obispo. “Su actitud de escucha y su deseo de unidad marcan profundamente este inicio de pontificado”.
Camino al centenario
Con la vista puesta en el año 2028, cuando se celebrará el centenario de la fundación del Opus Dei, el prelado subraya que el carisma de la Obra está llamado a renovarse en fidelidad: “Los contextos culturales y sociales cambian, al igual que las personas, quienes encarnan el mensaje en cada época, pero la esencia sigue siendo la misma: ayudar a cada persona a descubrir que Dios la llama justo donde se encuentra”.
“Queremos ser cada vez más una ayuda verdadera, cercana y humilde para todos, en la Iglesia y en la sociedad”, ha asegurado Ocáriz.