Een este domingo de Pentecostés, el papa León XIV ha aceptado la renuncia presentada por el obispo benedictino Gregor Maria Hanke, hasta ahora al frente de la diócesis alemana de Eichstätt. El prelado había pedido al Pontífice dejar, a sus 70 años, su cargo para trabajar como un simple sacerdote en alguna parroquia de otra diócesis.
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Una lucha espiritual
Hanke estaba al frente de la diócesis de Eichstätt desde 2006 y presentó su renuncia antes de Pascua al papa Francisco, en espera de establecer una fecha para que entrara en vigor, algo que se ha pospuesto hasta este 8 de junio. “Mi decisión tiene una larga historia, que ha ido acompañada de una lucha espiritual”, ha señalado Hanke en un carta a sus diocesanos.
El que fuera también abad de Plankstetten siente, según recogen los medios vaticanos, un como sacerdote y consejero espiritual” tras afrontar cuestiones como los abusos, escándalos financieros o discusiones institucionales. “No ocultaré que siento una fatiga interior tras los numerosos desafíos, escándalos y conflictos no resueltos”, apunta.
Ahora solo quiere irse fuera de la diócesis para “estar cerca de la gente como párroco: eso es lo que quiero hacer realidad en los años que me quedan de vida, espero que vivaces, como padre Gregor, antes de volver más tarde a mi comunidad monástica”.
Por ello ha declarado que no quiere “llevar pontificales ni insignias, ni desempeñar funciones pontificias, a menos que mi sucesor me lo pida expresamente”. Este obispo se ha caracterizado por ser uno de los que frecuentemente ha votado contra algunas de las propuestas del Camino Sinodal alemán.