La Iglesia paraguaya celebró un nuevo aniversario de la Independencia

El presidente de la Conferencia Episcopal destacó el don de la esperanza para este tiempo porque “libera, arraiga, sostiene, energiza y motiva”

La Iglesia paraguaya celebró un nuevo aniversario de la Independencia

En la Catedral Metropolitana de Asunción, se realizó el tradicional Te Deum en conmemoración del aniversario de la Independencia Nacional, presidido por el obispo de San Pedro y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, Pierre Jubinville



Estuvieron presentes funcionarios y autoridades de los distintos ámbitos de gestión y representantes de las Fuerzas Armadas y miembros del cuerpo diplomático; algunos obispos y el nuncio apostólico, Vincenzo Turturro.

“La esperanza no se oxida”

En su mensaje, el obispo aludió al año jubilar que celebra la Iglesia, con el eje puesto en la esperanza que inspira la reflexión, la oración y “¡ojalá!, las acciones de todas las comunidades del país”.

Además, destacó que se entiende la esperanza como una actitud que mira hacia el futuro y que trata de mejorar la realidad cuando los contextos son de enfermedad, pobreza, empleo precario, sistemas ineficaces y corruptos. Recordó entonces lo remarcado por los obispos de la Conferencia Episcopal Paraguaya en la carta pastoral del año pasado donde destacaron que “La esperanza no se oxida. Es dura, difícil de tragar, pero no se entrega” porque el pueblo es resiliente y valiente.

“Corramos, trabajemos, produzcamos, consumamos, acumulemos… parecen ser nuestros lemas y alimentan un desorden que también favorece la división de la sociedad entre ganadores y perdedores, entre conocedores e ignorantes, entre los que tienen y los que no tienen”, afirmó Jubinville, lo que nos hace perder de vista el pasado, a los demás y a la casa común.

Esperanza integral

Sostuvo que los cristianos tienen que representarse una “esperanza integral” que incluye todos los espacios y todos los tiempos, en memoria de Jesús crucificado, descartado violentamente por la religión y el Estado de su tiempo, un “gran perdedor”.

Agregó que la esperanza es un don en el presente que se traduce en seguridad, confianza, valor, dignidad, belleza… y justamente esa dignidad y fortaleza permiten acoger el pasado, no negarlo, ni reducirlo. “Contamos el pasado con esperanza para, como dice Isaías, “ensanchar nuestras tiendas” y extender la familia hacia las raíces, ampliarla con una mirada de compasión y de sanación”.  El presidente del Episcopado de Paraguay reafirmó que el don recibido nos permite ir al pasado con realismo y genuino interés, reconocer y sanar traumas, no sin pasar por duelos y conflictos (el colonialismo, las guerras, el esclavismo, la dictadura).

Con respecto al presente, sostuvo que “podemos superar las jerarquías, las divisiones y los órdenes falsos, somos hermanos y hermanas”, lo que requiere un acto de fe en nosotros, en los demás, en Dios.

Para concluir, expresó que reconciliados con el pasado, anclados en la comunidad de hoy, podemos mirar hacia adelante con confianza. “Esta esperanza, realmente “no defrauda”. Más bien libera, arraiga, sostiene, energiza, motiva”.

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