El arzobispo Georg Gänswein, nuncio apostólico en los países bálticos e icónico secretario de Benedicto XVI, ya siente la presencia de la primavera. Y es que ve en León XIV una especio de “término medio entre Benedicto XVI y Francisco” al combinar “los zapatos negros de Bergoglio con la claridad doctrinal cristalina de Ratzinger, sin buscar la originalidad a toda costa”. Una “bonita combinación” que, apunta, “será capaz de representar la síntesis de lo mejor de ambos”.
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Algo de esperanza
Con estas declaraciones, Gänswein ha despedido a Francisco y dado la bienvenida a León XIV con unas declaraciones a ‘Il Corriere della Sera’. El diplomático conoció a Prevost en su época de prior general de los agustinos y cuando lo vio en su primera aparición, al ver las vestimentas litúrgicas y la carpeta con el texto de su alocución pensó: “Este Papa suscita esperanza, esperanza, esperanza… León XIV tenderá puentes como su predecesor. Pero en un contexto diferente y con un estilo distinto al de Francisco. En la Iglesia actual hay grandes tensiones, y fuera hay conflictos espantosos. Creo que ahora se necesita claridad doctrinal”.
Para el nuncio, “hay que superar la confusión de estos años. Y una de las herramientas que hay que utilizar son las estructuras que ya existen. Las instituciones de la Iglesia no son ni una lepra ni una amenaza contra el Papa. Están ahí para ayudar a los Papas. No se puede gobernar solo, desconfiando de las propias instituciones”, reivindica.
Al pensar en su salida del Vaticano, Gänswein asegura que “eso es agua pasada” pero aprovecha para quejarse: “En aquellos años sufrí, es cierto, pero lo aclaré con Francisco incluso antes del nombramiento como nuncio. Y le doy las gracias a él, o a quienes detrás de él decidieron enviarme aquí, a los países bálticos, porque me permitió reanudar mi servicio a la Iglesia”.
Vuelta al palacio
Volviendo al nuevo pontífice, para el inconfundible secretario, “el Papa Prevost me da grandes esperanzas. Estoy convencido de que tendrá un impacto positivo en la Iglesia y en el mundo. Es un pacificador”. Gänswein subraya que “ya la elección del nombre, en la tradición de san León Magno y León III, que coronó a Carlomagno en el 800, es muy indicativa.
El nombre y la indumentaria dejan claro que no habrá continuidad, sino una etapa totalmente nueva. Su experiencia, su capacidad para hablar muchos idiomas, el hecho de que fuera misionero pero también trabajara en la Curia durante dos años le convierten tanto en un pastor como en un Papa gobernante. No procede de un solo entorno, sino de muchos a la vez. Y esto le permitirá hablar a todo el mundo”.
“Ahora se abre una nueva fase. Percibo un cierto alivio generalizado. La época de la arbitrariedad ha terminado. Podemos empezar a contar con un papado que garantice la estabilidad y se apoye en las estructuras existentes, sin derribarlas ni trastornarlas”, asegura sin disimular su alivio. Una discontinuidad que pasa por el lugar de residencia papal.
“Creo que León XIV irá sin duda a vivir al Palacio Apostólico. Ese palacio está destinado a residencia de los papas. Es su función histórica”, sentencia. Por ello, añade con una buena dosis de nostalgia: “me complace pensar que por la noche, en el Palacio Apostólico, el Papa encenderá la luz y la gente sabrá que está allí”.