Durante los últimos meses el Opus Dei lleva trabajando en la actualización de sus estatutos tras la reforma de la Curia impulsada por el papa Francisco y la disposición de convertir la prelatura en una realidad canónica más ajustada al carisma fundacional. Por ello, el papa Francisco pidió con el Motu proprio ‘Ad charisma tuendum’ firmado el 14 de julio de 2022 y con la reforma de las prelaturas en el mes de agosto de ese año que se impulsaran unos nuevos estatutos y la llegada de un congreso ordinario –tras el extraordinario de 2023– será la mejor plataforma para dar un empujón a la tarea.
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Con los fastos del centenario de la ordenación sacerdotal de san Josemaría Escrivá de Balaguer en Zaragoza hace apenas unos días, el moderador general del Opus Dei, Fernando Ocáriz, ha enviado un mensaje este martes, 8 de abril, confirma que en este próximo congreso “se tratará de la propuesta –definitiva por nuestra parte– del texto de los Estatutos, para presentar ya a la aprobación de la Santa Sede”. Este movimiento se ha ido rumoreando en distintas ocasiones durante los últimos meses, especialmente desde que se conoció que había una comisión técnica formada por miembros de la Obra y del Dicasterio del Clero, al que responde desde los cambios de Francisco. El pasado mes de octubre, ‘Vida Nueva’ publicó que a según diversas fuentes vaticanas, esta tarea ha sido “especialmente laboriosa” ante la naturaleza del trabajo a realizar, fuertemente jurídico, descartando que haya “ningún tipo de tensión con la Santa Sede”. A finales de noviembre este grupo de trabajo ya había terminado sus deberes.
El congreso, informa Ocáriz en su mensaje, se desarrollará en Roma del 23 de abril al 5 de mayo. Al ser un congreso ordinario tienen que tratarse temas como “los nombramientos para el Consejo General y la Asesoría Central, y se estudiará el impulso de las labores apostólicas, también a la vista de las conclusiones de las pasadas asambleas de trabajo en las regiones”. Los nuevos órganos de gobierno, masculino y femenino, tendrán que trasladar la nueva forma jurídica que surja de los estatutos tanto a los sacerdotes incardinados como a los laicos que, de consolidarse como una asociación de clérigos habría que definir, como señala el Papa, su “cooperación orgánica y los principales deberes y derechos relacionados con ella”.