En una era donde los teléfonos inteligentes y la inteligencia artificial (IA) están remodelando cada aspecto de nuestras vidas, la religión no es una excepción. Mientras las cifras muestran un declive de las creencias religiosas tradicionales en los países desarrollados, surgen nuevas formas tecnológicas que prometen reinterpretar la fe en un contexto digital.
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Un reportaje en profundidad de la revista National Geographic explora en profundidad este nuevo fenómeno. El número de católicos marca mínimos históricos según los informes de distintos países. En Estados Unidos, la cifra en 2024 rondaba el 28 por ciento, según Pew Research Center. En España, el 19 por ciento, de acuerdo con el Observatorio del Pluralismo Religioso. Sin embargo, estos datos ocultan una transformación más compleja: la fe no ha desaparecido, sino que está adoptando nuevas formas.
Desde TikTok hasta Instagram, los líderes espirituales de distintas religiones están utilizando las plataformas digitales para conectar con creyentes y curiosos. Tradiciones, dudas, educación… los religiosos se renuevan en internet con formatos más frescos, accesibles y dinámicos. Es el caso de las Hijas de San Pablo, que han conquistado las redes con contenidos que tratan de expresar la alegría de su cometido a través de formatos adaptados para cada plataforma.
Hologramas en el confesionario
Otros, como el sacerdote Caru Das Adhikary utilizan inteligencia artificial para componer canciones basadas en textos sagrados, mientras el decano Ed Stetzer recurre a herramientas como ChatGPT para enriquecer sus sermones. La siguiente vuelta de tuerca es la creación de sacerdotes robot como SanTO, un autómata diseñado para ayudar a los ancianos para conectarse con la Biblia, y Mindar, un androide budista japonés que imparte esa doctrina. También, el uso de un holograma de Jesucristo en una iglesia suiza para confesar a los feligreses.
En las comunidades religiosas se ha producido un impacto sobre el impacto real de estos avances. Para algunos, puede ser la palanca para un renacimiento espiritual, especialmente en sociedades donde la religión organizada está en declive. A través de herramientas digitales, los creyentes pueden explorar y practicar su fe de maneras personalizadas, eligiendo lo que resuena con ellos. Para otros, existe un riesgo real de despersonalización y deshumanización de la fe.