Manos Unidas está preparando estos días su Campaña 2025. Bajo el lema ‘Compartir es nuestra mayor riqueza’, han traído a España a varios de los agentes locales con los que trabajan en numerosos contextos de vulnerabilidad para reflexionar juntos “sobre la prosperidad compartida como base para luchar contra el hambre, la pobreza y la desigualdad”. Y es que hoy late “una injusticia, la desigualdad creciente, que se ha convertido en el mayor reto al que se enfrenta hoy la humanidad, en un mundo en el que 1.200 millones de personas viven en pobreza multidimensional y 733 millones padecen hambre crónica”.
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Uno de esos grandes apoyos es el catalán Francesc Comelles, que atiende a Vida Nueva tras su paso por la sede central de la entidad eclesial en Madrid.
Fue para tres meses… en el año 2002
PREGUNTA.- ¿Quién es y por qué llegó Francesc Comelles hace casi 25 años a Brasil?
RESPUESTA.- Soy un catalán nacido en 1978 en Barcelona, donde a finales del año 2000 inicié mis estudios de ingeniería técnica agrónoma en la Universidad Politécnica de Catalunya. Desde ahí, participé en un proyecto de cooperación con una asociación indígena local del Amazonas. Este proyecto me llevó, durante tres meses en el año 2002, al municipio de Barcelos, en el bajo río Negro, en el Amazonas brasileño, creando oficinas de capacitación con técnicos locales. Dejar de lado las materias de agricultura química y los cultivos transgénicos, y conocer la incipiente lucha por la vida de los pueblos de Barcelos y su estrecha relación con el territorio me marcó hasta el punto de vincularme a ese municipio, estableciéndome allí.
Me casé en Barcelos y allí nacieron mis dos primeras hijas. Entre 2004 y 2008, vivimos en las cercanías de la ciudad, en la margen del río Negro. Luego, entre 2008 y 2014, con mis hijas estudiando en la escuela, residimos en la ciudad y trabajé en la construcción de un hotel y en la atención a los turistas. Fue en 2014 cuando, en el transcurso de una visita del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) a la comunidad cercana, participé en dos talleres con ellos y vimos la posibilidad de una actuación más presente de la Iglesia con las comunidades del río, acompañándolas en sus reivindicaciones de derechos.
Montamos un equipo local del CIMI, como ya había otros en las comunidades Baré, Baniwa y Tukano, y comenzamos a luchar por su reconocimiento étnico y jurídico. El CIMI nació en 1972 como una respuesta eclesial para promover el protagonismo indígena en plena dictadura militar. Entre 2014 y 2021, formé parte del equipo local en el río Negro. Desde 2022, pasé a la coordinación regional y, desde el año pasado, compagino esa función con el acompañamiento al pueblo mura en el bajo río Madera.
P.- Aunque se ensalzan las energías renovables, estas se encuadran en un mercado creciente que acaba favoreciendo el extractivismo. El litio, el grafito, el cobalto o el níquel, por este orden, son los materiales más demandados hoy para las baterías de los coches eléctricos… Mientras que a su vez nos encontramos con que la generación de energía fotovoltaica requiere ocho veces más mineral que la de gas o que el vehículo eléctrico consume seis veces más minerales que uno convencional. ¿Las grandes multinacionales nos están engañando con la llamada ‘transición verde’?
R.- Cuando se habla de transición verde, y más cuando quienes lo hacen son grandes multinacionales, debemos preguntarnos esto: transición verde, ¿para quién? Los informes del Banco Mundial permiten ver la desigualdad en el consumo energético per cápita, que continúa disparado en el norte global respecto al sur. Hablando de transición energética, la producción per cápita de electricidad a partir de fuentes renovables se da mayoritariamente en el norte.
Hablamos por tanto de una transición energética en el norte global a base de la explotación mineral de los territorios en el sur, generando conflictos socioambientales en estos países y contando con la propia connivencia del Estado en una transición que en el sur no es verde, sino roja. Todo por empresas que la ‘verdean’ en el norte. El llamado “pulmón del planeta”, la Amazonía, ¿será sacrificado para que las multinacionales hagan su transición verde en el norte?
Gran presión exterior
P.- Otra consecuencia social y económica, además de ambiental, es que este mercado global ejerce una gran presión sobre América Latina, que aporta, por ejemplo, el 61% de las reservas de litio a nivel mundial. ¿Cuál es la situación en Brasil?
R.- Brasil, como segundo exportador de minerales del mundo, y también como exportador de soja, puede ser el almacén del norte, pero el país debe priorizar la vida de los territorios y de la Amazonía y no transformarlo en un territorio de sacrificio del norte. En la COP30, ¿reconocerá Brasil a la Amazonía como un territorio libre de minería? Son millares de requerimientos minerales en toda la Amazonía sobre territorios de pueblos indígenas, ribeirinhos y campesinos que nos llevan a cuestionar el verde de esa transición que en el sur vulnera los derechos de los pueblos indígenas.
P.- Acompaña al pueblo indígena mura, en las localidades de Autazes y Careriro de Varzea, en la región de Baixo Rio Madeira, en el Amazonas. Habla de él como “un pueblo guerrero que ha sobrevivido a dos siglos de resistencias y luchas, con tentativas de genocidio y etnicidio”. ¿Qué aprende cada día de esos 12.000 muras que aún quedan en la zona, viviendo en unas 40 aldeas?
R.- El pueblo mura, con la defensa de su territorio, nos apuntan a otras lógicas y otras formas de relacionarnos: entre nosotros y con el planeta que cohabitamos, donde el ser humano es parte de la naturaleza. Esta gente mantiene una estrecha relación con todo lo que pasa a la tierra, a los animales y a la naturaleza. Aquí, los intereses colectivos prevalecen sobre los individuales.
Esta relación es esencial en la vida de los pueblos indígenas. Los mura viven en territorios minúsculos y solo la mitad de ellos están reconocidos por el Estado. Algo insuficiente y que evidencia que la Administración pretende la aculturación progresiva del indígena a la llamada sociedad nacional, viviendo en medio de haciendas con más de 40.000 búfalos libres entre las aldeas, contaminando las aguas con barro e inviabilizando su soberanía alimentaria, dejándolos en situación de vulnerabilidad. Todo ello frente la omisión del Estado y el asedio de empresas que se presentan como salvadoras ante dicha omisión y, en realidad, trabajan en connivencia con el Estado.
En este enfrentamiento, la solidaridad es la base de la vida comunitaria, pues la vida es vivida en red y todos necesitan unos de los otros. Ese buen relacionarse con el prójimo, con el otro, con los animales, las plantas, los ríos, las selvas y los plantíos, es la mayor riqueza que se puede tener.
Devastación de ríos y selvas
P.- En la región hay una gran mina de potasio y padecen sequías o incendios, además de una fuerte contaminación. ¿Cómo se defiende la vida y la dignidad de las personas y los territorios ante la fuerza de las grandes empresas?
R.- La devastación de los ríos y selvas, en tanto que impide la supervivencia de los pueblos que viven de la caza, la pesca y la agricultura tradicional, destruye riquezas locales que para estos pueblos son sagradas y que poseen una importancia más que material, afectando el equilibrio ambiental y climático de todo el planeta.
Como Iglesia, defendemos la vida, colocándonos al lado de los que sufren y promoviendo una transformación en las estructuras económicas y el reconocimiento de que el desarrollo debe ser pensado para resguardar y potencializar a vida y el cuidado de la Casa común, sin espacio para proyectos de explotación abusiva de los recursos naturales ni de los que se basan en la explotación del ser humano.
Debemos constituir una sociedad fundamentada en la justicia y en el respeto a todas las culturas y todos los pueblos. En nuestra actuación, para defender la vida y la dignidad de las personas frente a las grandes empresas es necesario el empoderamiento de la comunidad indígena, mediante la formación político-jurídica de los indígenas dentro de los territorios, para promover los derechos diferenciados contemplados en la Constitución federal de 1988, el funcionamiento de los tres poderes del Estado y los medios para hacer denuncia de las violaciones de derechos en los territorios.
Promovemos encuentros indígenas en las aldeas impactadas para pensar juntos y buscar estrategias coordinadas, aumentando así el eco de su voz. A través de las denuncias y presionando al poder público, esperamos incidir en su defensa en los órganos del gobierno. Frecuentemente, el Estado deja las denuncias paralizadas, por lo que, a través de las movilizaciones, hemos de presionar para conseguir ser escuchados.
Desgraciadamente, con medidas de autocuidado y autoprotección individuales y colectivas, también nos toca defender la vida frente los ataques a defensores de derechos humanos por parte de las empresas minerales.
P.- ¿Han notado alguna mejora en su situación desde el período de Gobierno de Bolsonaro al de Lula?
R.- En 2023, después de los cuatro años de Bolsonaro, Lula asumió la presidencia del nuevo Gobierno, que se presenta diferente al anterior, abriendo una esperanza para la comunidad de Soares impactada por la minería. Durante el Ejecutivo de Bolsonaro, la empresa venía haciendo lobby con el Gobierno, usando de pretexto la guerra en Ucrania. La llegada de Lula a la presidencia del Gobierno, marcada por una ceremonia de posesión con presencia de los excluidos, subiendo la rampa junto al presidente, y por la creación del Ministerio de los Pueblos Indígenas, nos muestra que son grandes las diferencias, en cuanto que se recupera la participación de la sociedad civil en la elaboración y control social de las políticas públicas.
También, después de un presidente que no iba a dar un centímetro de tierra a ningún indio, fueron retomados los reconocimientos de algunos territorios indígenas, aunque no tanto como los necesarios. Fueron realizadas operaciones de protección territorial en algunos territorios y 8.000 indígenas pasaron a ocupar cargos en la Administración.
Aun así, un buen grupo de científicos brasileños ya apuntan que las acciones y medidas de este Gobierno contradicen compromisos asumidos por mitigación climática y perjudican su liderazgo ambiental global. De ello, son ejemplos la exploración de potasio en Mura, la de gas en Silves o la de petróleo en la hoz del Amazonas.
Del Gobierno Lula se espera un posicionamiento firme. El Congreso brasileño, aún compuesto por una mayoría bolsonarista, viene atacando los derechos indígenas con la Ley del Marco Temporal, que aumenta el conflicto en los territorios por parte de los invasores que se sienten legitimados y amenazan el orden democrático, como se vio en la tentativa de golpe del 8 enero.
De cara a la Cumbre Climática de Bélem, la COP 30, esperamos un posicionamiento y un compromiso más fuertes en la defensa de los pueblos indígenas, sus territorios, la Amazonía y la vida.
Acompañamiento jurídico
P.- ¿Cómo es el camino en el reto de acompañar a la población originaria en el proceso jurídico para que la Administración reconozca que su ancestral territorio, efectivamente, les pertenece?
R.- “Tierra indígena” es una categoría jurídica reconocida por el Estado a partir del Derecho Originario, garantizado por la Constitución federal de 1988. En ella se incluyen las aldeas, las selvas, los ríos, las plantaciones y las áreas fundamentales para la reproducción física y cultural del pueblo que en ella ejerce su uso exclusivo. La Administración tiene la obligación de reconocer formalmente el derecho de un pueblo a su tierra; también es una forma de proteger y resguardar estos territorios, siempre en la mira de la codicia por sus recursos naturales.
En el caso del pueblo mura, cuya demanda data de 2003, hasta el momento no ha tenido un seguimiento por parte del Estado. Por lo que seguimos luchando.
P.- Pertenecen al CIMI, colaboran con la REPAM (Red Eclesial Panamazónica), trabajan en red con otras asociaciones y buscan hacer incidencia en la ONU. ¿Hasta qué punto es esencial ese trabajo conjunto con otras plataformas sociales y cuál es el papel que desempeña Manos Unidas en esa alianza?
R.- Para defender la vida y la dignidad de las personas frente a grandes empresas, necesitamos unir manos y actuar en red. Las organizaciones sociales, junto a las eclesiales y a la Academia, trabajamos a favor de los desfavorecidos por la superación de las desigualdades. Ahí, Manos Unidas desempeña un papel fundamental tanto en su labor de viabilizar proyectos de cooperación para el sur como al realizar sensibilización en el norte, donde todos, como ciudadanos, podemos hacer nuestra parte.
David contra Goliat
P.- En su lucha diaria, ¿la fe desempeña algún papel? ¿Considera que la Iglesia local está comprometida con el pueblo mura?
R.- En esta lucha diaria de David contra Goliat, la fe es fundamental, tanto para sus protagonistas, los indígenas, como para quien con ellos permanece, como es mi caso. La Iglesia en Brasil está comprometida con la lucha de los pueblos indígenas y, específicamente, con la lucha del pueblo mura.
En estos tiempos, en que los pueblos indígenas están más amenazados que nunca en sus territorios, estos nos muestran la importancia del cuidado de nuestra Casa común. Su importancia la resume esta frase de la líder indígena Sônia Guajajara ante el Congreso Nacional en 2014: “No negociamos los derechos territoriales porque la tierra, para nosotros, representa nuestra vida. La tierra es madre, y la madre no se vende ni se negocia. La madre se cuida, se defiende y se protege”.
Fotos: Claudia Munaiz (Manos Unidas) y Consejo Indigenista Misionero en Brasil.