“El Señor acoge en su Iglesia a todos: a todos, todos, todos, como le gusta subrayar al papa Francisco. Pero ser acogidos, significa dejar que el Señor entre en nuestra casa, en nuestra vida y la cambie, para que aprendamos a vivir en la verdad del amor”. Con tono pausado, Jesús Vidal deslizaba estas palabras esta mañana desde el altar de la catedral de Segovia. Así se estrenaba el obispo de la diócesis castellana en su primera homilía, en la eucaristía de toma de posesión que arrancaba a las once de la mañana.
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Vidal, de 50 años, aterriza como obispo de Segovia con unas palabras que adquieren un singular sentido, sobre todo teniendo en cuenta la polémica en la que se ha visto envuelto sin buscarlo como pastor. Días antes de su toma llegada oficial, la Diócesis que dirige desde hoy vetaba la recepción de la comunión a una pareja gay en Basardilla y alcalde de Torrecaballeros, también homosexual.
Limitar el sufrimiento
El obispo no hizo mención directa alguna al caso, pero sí desarrolló ese “todos, todos, todos”: “Miremos a los que están sufriendo a nuestro lado por cualquier causa, podemos limitar su sufrimiento, acogerles”.
“Esto es la Iglesia -planteó el prelado-, la asamblea de los que reconocemos nuestro pecado, que es un amor desordernado, un amor que nos quiere hacer salvarnos a nosotros mismos, descartando al que nos molesta y, muchas veces, pisando y hundiendo al que está a nuestro lado y nos dificulta la vida”. “No necesitamos hacer esto, el Señor nos llama a recoger al que está herido a nuestro lado, realmente podemos pedir perdón y perdonar, porque Cristo nos ha amado y perdonado primero”, añadió.
Sin miedo al desorden
“Jesús quiere entrar en nuestra casa, sin miedo al desorden o al pecado que pueda encontrar en ella”, compartió también en una homilía en la que detalló que “hoy nos es difícil entender esto, porque nos resulta extraño el concepto del pecado y tratamos siempre de justificarnos y decir que hemos hecho todo bien, pero no es verdad”. “La alegría del Evangelio nace precisamente de la idea de que todos debemos ser sanados y hemos encontrado al médico: Jesucristo”, apostilló.
En su saludo a las autoridades políticas, destacó que “pueden contar con mi leal colaboración para construir entre todos una cultura de la vida, de la acogida y del cuidado, especialmente de los más pobres”.
Sin programa ideológico
Sobre su manera de entender el pastoreo, expuso que “los obispos no somos discípulos de nosotros mismos, buscando nuestros propios intereses o llevando adelante un programa ideológico de conservación o de reforma, sino que nos ponemos tras de Él para seguirle donde quiera que vaya”. Recordando el encuentro de Jesús con Mateo, valoró cómo el discípulo siguió al Maestro sin dudarlo, a pesar de que no le ofreció un “futuro prometedor de fama, éxitos y placeres”.
La eucaristía estuvo concelebrada, entre otros, por el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, y sus predecesores Osoro y Rouco, así como el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello. “Venimos en un ejercicio de compañía para expresar esta comunión que es la Iglesia”, comentó el arzobispo de Valladolid, que invitó a Jesús Vidal a hacer de su pastoreo “una peregrinación de esperanza”.
“Si bella es esta catedral, infinitamente más bella es la Iglesia que has de pastorear”, comentó el ya obispo emérito de Segovia, César Franco, al inicio de la misa. Así, definió al pueblo segoviano como “austero, recio, de profundas raíces cristianas, aunque también sufre como un viento frío de la estepa, la secularización de la sociedad”. El prelado le invitó a ser “padre, hermano, protector de pobres, maestro, guía, siervo, ministro y administrador de los misterios de Dios”.