Susana García: “El único camino que fomenta la comunión es el del amor y el perdón”

Susana García, presidenta de la Unión de Religiosos de Cataluña

La superiora general de las Carmelitas de San José, Susana García, es, desde junio, la nueva presidenta de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC), responsabilidad en la que sucede al capuchino Eduard Rey tras cuatro años prestando este servicio. La religiosa responde a ‘SomosCONFER’ sobre las claves de su nueva misión.



PREGUNTA.- Tras 40 años de vida, ¿cuáles son los principales desafíos a los que debe responder la URC?

RESPUESTA.- Aunque aún no he tenido la oportunidad de compartir con los hermanos y hermanas que conforman la junta, los objetivos fundamentales no pueden cambiar, pero sí las respuestas a las necesidades concretas y actuales de cada momento; aun así, no podemos perder de vista que es necesario esforzarnos por compartir, codo a codo, con todas y cada una de las congregaciones que estamos presentes en Cataluña, integrando a aquellas que, por diversos motivos, aún no lo hacen.

Posiblemente, uno de los desafíos principales con los que nos encontramos como religiosos hoy es atender a las necesidades concretas, como siempre lo han hecho nuestras congregaciones y que, desde su nacimiento, su principal finalidad era ayudar a los más pobres. Es el momento de unir proyectos y caminar juntos para ser rostros visibles y creíbles en nuestros entornos.

Hemos de orar, pensar, analizar, conjuntamente, de forma sinodal, aportando cada miembro, y cada institución, sus proyectos para fomentar la unidad en el sentirnos todos parte de una misma Vida Consagrada, ya que todos nos hemos sentido llamados y hemos respondido al mismo Maestro, que nos ha invitado a vivir el Evangelio en plenitud, coherencia y creatividad.

No podemos perder de vista la realidad de nuestras congregaciones cada vez más envejecidas, por lo que hemos de estar muy atentos a favorecer el cuidado de nuestras hermanas y hermanos mayores que van perdiendo fuerzas físicas y psíquicas, como también propiciar el acompañamiento espiritual para ayudarles a asumir su propia realidad. Y, de igual manera, impulsar proyectos vocacionales que convoquen y atraigan a jóvenes.

Codo con codo

P.- ¿Cómo puede la URC caminar junto con la CONFER?

R.- La manera de caminar no ha de cambiar, porque siempre se ha trabajado de forma cercana aportando la realidad de las congregaciones. Codo con codo, paso a paso, “haciéndose espaldas”.

P.- ¿Qué sueños tiene para animar a la Vida Religiosa en Cataluña?

R.-Me hace sonreír esta pregunta porque soy demasiado soñadora. Sueño con una Vida Consagrada en la, que al vernos los que nos rodeen, descubran y perciban que somos “otros Cristos” que caminan al lado de cualquier persona del mundo de aquí y de ahora, siendo transmisores y testimonios alegres y esperanzados de la Buena Noticia.

Sueño con una Vida Consagrada que refleje en la vida la oración y el contacto e intimidad con Jesús, el silencio hecho gesto, la contemplación de lo creado, la entrega compasiva, la donación gratuita y generosa que interrogue a los jóvenes y les haga decidirse por esta opción de “dejarlo todo” para encontrarlo todo.

Sueño con una Vida Consagrada que continúe viviendo el carisma de sus fundadores siendo una prolongación, vivencia actual del sueño que a ellos les movió a iniciar su obra. Sueño con una Vida Consagrada, una vida fraterna, que sepa atender, cuidar, alentar a los hermanos y hermanas mayores hasta sus últimos días y a los jóvenes para que no pierdan el entusiasmo de su entrega.

Sinodalidad

P.- En sus primeras palabras ya hablaba de sinodalidad. ¿Cómo ejercer un liderazgo sinodal hoy en la Vida Religiosa?

R.- No se puede ejercer un liderazgo sinodal sin tener presente el modelo de vida propuesto por Jesús; un modelo que nace de la oración, la escucha, el diálogo, el ejemplo, el servicio, la paciencia, la comprensión, el respeto y el discernimiento personal, comunitario congregacional e intercongregacional. Todo eso supone impulsar y fomentar la corresponsabilidad en la misión encomendada a cada miembro, a cada familia religiosa, sin perder de vista los dones y carismas propios que enriquecen la Iglesia y el mundo al que queremos dar una respuesta generosa y gratuita.

P.- ¿Cómo puede usted ayudar a tejer relaciones entre la Vida Religiosa?

R.- Según mi experiencia, el tema de las relaciones en la Vida Religiosa lo hemos de abordar desde el amor y el perdón; no podemos vivir en nuestras comunidades como “desconocidos”. Todos hemos hecho una opción por la entrega, y esta ha de comenzar por nuestra casa. No hay otro camino para ser creíbles como cristianos que el del aprender a caminar al lado de otros desde la aceptación de la diversidad.

El carisma de Rosa Ojeda

P.- ¿Cuál es el acento del carisma de Madre Rosa Ojeda que puede ayudar a crear comunión?

R.- Si hoy estuviera entre nosotros nos impulsaría a compartir vida para “ser más hermanas”, a poner los ojos en Cristo y descubrir en los más necesitados al mismo Cristo, a confiar y buscar siempre el camino del diálogo, la entrega, la corresponsabilidad, la libertad que nace de la intimidad con Él. Me encantaría saber lo que hoy nos diría, y tal vez no me equivocaría si dijera que el único camino que fomenta la comunión es el del amor y el perdón que nos hace más fraternas y nos impulsa a recomenzar cada día con esperanza confiada.

P.- En este momento de la historia, los proyectos inter-congregacionales toman fuerza. ¿Cómo han de vivir los institutos esta realidad?

R.- Hoy más que nunca es necesario dejar de lado “la competencia entre unas instituciones y otras”, como ha pasado a lo largo de la historia. Es el momento de unirnos para reflexionar conjuntamente, aportando cada una su riqueza y haciendo realidad las palabras de san Pablo: “Yo planté, Apolo regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; (…) nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Co 3,4-9).

La realidad de lo intercongregacional lo hemos de vivir como una oportunidad para mostrar al mundo la riqueza y diversidad de los carismas que surgen, gracias al Espíritu, para que Dios se haga presente de formas diversas y variadas, complementando para dar respuesta a las necesidades de la sociedad..

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