Francisco: “La humanidad de mi Dios no es un simulacro”

  • El Papa escribe el epílogo de ‘El desafío de Jerusalén, un viaje a Tierra Santa’, del francés Éric-Emmanuel Schmitt
  • El Pontífice hace una fuerte llamada a la fraternidad como tarea de todas las religiones

El desafío de Jerusalén, un viaje a Tierra Santa’ es el título de un nuevo libro de la Libreria Editrice Vaticana escrito por el francés Éric-Emmanuel Schmitt que incluye como cierre una carta al autor por parte del papa Francisco y que ha adelantado el periódico italiano Avvenire y han recogido los medios vaticanos. En su texto, el pontífice recuerda la peregrinación a Tierra Santa de san Pablo VI y el patriarca Atenágoras en 1964.



Para Francisco este fue un acontecimiento que marcó una nueva etapa en el camino de acercamiento entre los cristianos, durante siglos divididos y separados, pero que precisamente en la tierra de Jesús recibió una nueva dirección”. El Papa destaca que “nuestra fe es también una fe ‘memoriosa’, que atesora las palabras y los gestos en los que Dios se manifiesta” como ocurre en el peregrino que va a “caminar por donde todo empezó”.

“La encarnación. Dios ha tomado carne, huesos, voz, sangre en Jesús”, señala Francisco ante la oportunidad de “tocar literalmente con nuestras propias manos que el cristianismo no es una teoría ni una ideología, sino la experiencia de un hecho histórico. Este acontecimiento, esta Persona, todavía pueden encontrarse allí”, destaca aludiendo a los lugares bíblicos.

El desafío de la fraternidad

“La humanidad de mi Dios no es un simulacro”, clama el Bergoglio, ya que “Dios verdaderamente se hizo carne y sangre en Jesús, y como hombre vivió, amó, sufrió por amor a nosotros, a todos y a cada uno, dando su vida en la cruz. Esta es verdaderamente la buena noticia que todos esperamos: que Dios no es un ser misterioso escondido entre las nubes, sino alguien que se acerca y se familiariza con nosotros”, apunta.

Comentando el título y la experiencia de Charles de Foucauld en Tierra Santa, recalca que “el desafío que todos tenemos delante, es el de la fraternidad humana. En Jerusalén, usted lo ha visto y relatado, se encuentran las grandes tradiciones religiosas que se remontan a Abraham: judaísmo, cristianismo e islam”. “Los creyentes están llamados a ser hermanos y constructores de puentes, y ya no enemigos ni guerreros. Nuestra vocación es la fraternidad, porque somos hijos del mismo Dios”, apunta el Papa.

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