Tina Turner: ‘Simply the best’ en la fe

  • La reina del rock, fallecida a los 83 años, encontró en el budismo su salvavidas ante el maltrato de su primer marido
  • “Todavía creo en el Padrenuestro, nunca cierro una puerta a ninguna otra religión”, confesó

Adiós a Tina Turner. La reina del rock falleció ayer a los 83 años. Con más de 200 millones de discos vendidos, 8 premios Grammy y el aplauso de todos. Detrás de su fortaleza en el escenario y la potencia de su voz, había una mujer de fe.



Aunque creció en una familia bautista, encontró en el budismo su refugio y salvavidas ante los constantes malos tratos de su primer marido. Llegó a pensar en suicidarse, pero la meditación se convirtió para ella en resorte para salir adelante. Fue entonces cuando descubrió el valor de creer. Tanto es así, que aunque para ella este credo no teísta se convirtió en pieza fundamental para su vida, siempre valoró el hecho religioso en general.

Reglas para vivir

“Todavía creo en el Padrenuestro. Encuentro una forma de la oración del Señor en el budismo”, expresaba en 2005 a la comunicadora Norteamérica Oprah Winfrey. En esa misma entrevista, compartía que “cada religión tiene reglas para vivir una buena vida. Si practicas algún tipo de espiritualidad, te traslada a etapas donde recoges otras formas de comunicarte”.

“Nunca cierro una puerta a ninguna otra religión”, añadía. Con esta premisa, Turner estaba convencida de que “toda religión se trata de tocar algo dentro de ti mismo. Si nos diéramos cuenta de esto, podríamos cambiar este milenio”.

Reconocer tu pontencial

“El budismo me inspira. Pero la fe puede ir más allá de las religiones. ¿En qué crees? ¿Y qué significa la fe para ti?”, expresó posteriormente en su libro ‘La felicidad se convierte en ti. Una guía para cambiar tu vida para siempre’. En esta obra también explicaba que “para mí, la fe significa reconocer que el potencial para ser feliz se encuentra dentro de ti”. “La ayuda más valiosa proviene del interior, y la paz llega cuando las personas se esfuerzan por convertirse en lo mejor de sí mismas”, escribía la artista.

Hija de un capataz y de una india piel roja, de la fe transmitida por sus padres en su niñez, recuerda el servicio dominical: “Los predicadores proclamaban la Palabra de Dios, pero realmente no escuchaba lo que decían. Lo que me impactaba era el ambiente. Era el ‘amén’ del pueblo al estar de acuerdo con el predicador”. De hecho, fue en el templo donde ella empezó a despuntar como artista, cuando a los seis años debutó en el coro de la iglesia de la pequeña ciudad de Brownsville, en Tennessee.

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