Almudena Villegas: “Comer también era una creencia religiosa para los hebreos”

La historiadora gastronómica Almudena Villegas, autora de 'Recetario hebreo'

Los hebreos desarrollaron una forma de alimentarse que expresaba su estilo de vida y su pensamiento. El libro de Almudena Villegas, ‘Recetario hebreo’ (Almuzara), profundiza en la gastronomía del Antiguo Testamento porque cada receta tiene su historia y se vincula con un momento bíblico: desde las lentejas de Esaú y Jacob a los panes ázimos de la huida de Egipto.



PREGUNTA.- ¿Qué gran aportación han dejado los hebreos a la gastronomía mundial?

RESPUESTA.- La suya es más una visión sobre el comportamiento del ser humano al seleccionar unos alimentos y desechar otros que un plato concreto. Es el poder de la cultura sobre la tierra, de la voluntad del ser humano sobre las posibilidades del mundo. Aunque, por otro lado, ellos se enmarcan en la milenaria tradición mediterránea de freír en aceite de oliva, de estofar y de panificar, incluso de elaborar vino. Es la aportación de que comer es una forma de expresar, de vivir y también una creencia religiosa.

El pan de cada día

P.- ¿En qué consistía la comida diaria, de un día cualquiera, en un hogar humilde?

R.- En pan y platos elaborados con masa de pan, y complementos oportunos que dependían de la temporada de producción. Por ejemplo: un guiso de lentejas o garbanzos, una sopa o una empanada con restos del asado festivo, un trozo de queso, aceitunas, o aceite de oliva para mojar el pan. El pan era una constante, ese “pan de cada día”. (…)

P.- Pensamos en la Última Cena… ¿era normal cenar cordero pascual –no lechal ni recental– con pan ácimo?

R.- Sí, era la tradición. Hoy nos importa que la carne sea muy tierna y no nos preocupamos del aprovechamiento. En el mundo antiguo importaba el rendimiento del animal, y la diferencia de edad de pocos meses significaba que se podía dar de comer a más personas. Por su parte, el pan ácimo, sin levadura tenía un significado de pureza, de humildad, de control de las pasiones, sin la soberbia de la levadura. Esos dos productos eran lo básico para la Cena Pascual, que fue la cena en la que Jesús instituyó la Eucaristía. También que ese cordero se asara, y no se estofara o cociera. (…)

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