“La obra litúrgica del papa Francisco no se reduce a ‘Traditionis custodes’”

El teólogo Gilles Drouin analiza cómo el Papa ha intentado “desbloquear el tema de posturas ideológicas y animar a los católicos a maravillarse ante la belleza del Misterio Pascual de Cristo”

Para el teólogo Gilles Drouin, la actuación del papa Francisco en materia litúrgica no se limita al tan comentado motu proprio ‘Traditionis custodes’. Por el contrario, tal como señala Drouin, el Papa ha intentado, durante sus diez años de pontificado, “desbloquear el tema de posturas ideológicas y animar a los católicos a maravillarse ante la belleza del Misterio Pascual de Cristo”.



“Hace diez años, en su primera aparición en el balcón de la basílica de San Pedro, el nuevo papa se inclinó para pedir la bendición del pueblo antes de dar su primera bendición urbi et orbi”, recuerda el teólogo. “Este gesto, inédito en los dos mil años de historia de la institución pontificia, es un signo y una clave para interpretar el pensamiento del papa Francisco, e incluso su obra litúrgica”, asevera.

Asimismo, señala que Evangelii Gaudium la cuestión litúrgica está muy presente, “pero al servicio de la prioridad claramente afirmada de la dimensión misionera de la vida de la Iglesia, a través de una doble insistencia en la importancia de la homilía y en los recursos de la piedad popular”. “El Papa ha vuelto en muchas ocasiones sobre la cuestión de la homilía, quizá más que sobre la piedad popular, de la que Evangelii Gaudium había esbozado una teología cuya importancia y fecundidad potenciales no se habían percibido todavía”, explica.

Heredero del Concilio Vaticano II

Sin embargo, el teólogo subraya que es la carta apostólica Desiderio desideravi la que da coherencia “a esta serie de actos de naturaleza esencialmente jurídica, y revela, como cuando uno se detiene ante un cuadro impresionista o un mosaico, el sentido profundo de la obra litúrgica del papa Francisco”.

“En esta carta, el papa, como todos sus predecesores del siglo pasado, se sitúa como heredero de las grandes intuiciones del Movimiento Litúrgico recibidas por la Iglesia en tiempos del Vaticano II”, explica, “pero las reformula con su propio genio, indisociablemente pastoral y espiritual, para unos tiempos, los nuestros, que, sesenta años después, ya no son los de los años conciliares”.

“Es en el contexto de esta posmodernidad de individualismo exacerbado donde debemos escuchar la renovada denuncia del Papa de los estragos del neopelagianismo y del gnosticismo en la cuestión litúrgica, y su recordatorio del carácter de gracia de la acción de Dios en la liturgia, y de las virtudes de la dimensión comunitaria de la acción litúrgica, ¡con una petición poco observada pero fuerte en favor de la disciplina litúrgica!”, afirma.

Por último, Drouin señala que Francisco “se sitúa como heredero el Concilio Vaticano II cuando lanza, en lo que parece ser el corazón de este texto heterogéneo, un vibrante llamamiento a la formación en y a través de la liturgia, condición necesaria para que esta sea el lugar donde se alimente verdaderamente la vida espiritual del pueblo cristiano, que, de lo contrario, se volverá hacia formas alternativas de la auténtica tradición de la Iglesia, ya sean nostálgicas del pasado o marcadas por la inmediatez que inspiran las prácticas pentecostales”.


*Artículo original publicado en La Croix, ‘partner’ en francés de Vida Nueva

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