¿Fue Benedicto XVI un opositor de la Teología de la Liberación?

Hay quien no perdonará al cardenal Joseph Ratzinger ser uno de los culpables de enterrar la Teología de la Liberación que se extendió por toda América Latina a partir de los años 70. Siendo prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, le tocó afrontar muchos de los abusos de una corriente de pensamiento que llevó a clérigos y cristianos de base a tomar las armas o adoptar las principales tesis del materialismo marxista.



Juicios precipitados

Ante los juicios precipitados que en este tema apuntan al pontífice difunto, el teólogo pastoral Josef Sayer, que ha sido director general de la organización de cooperación episcopal alemana Misereor, sale al paso defendiendo la reflexión del Benedicto XVI sobre la “opción por los pobres”. Sayer, antes de encargarse de la importante entidad, vivió unos años en los Andes peruanos. Sayer fue alumno de Ratzinger en Tubinga, a quien recuerda como un buen profesor con buenas conexiones con la facultad protestantes como recuerda en una entrevista en el portal Katholisch.de.

El teólogo, que ha sido amigo también de Gustavo Gutiérrez, reconoce cierta evolución en el conocimiento de Ratzinger de la Teología de la Liberación –incluso después de la instrucción de 1986 sobre libertad cristiana y liberación– ya que a Roma muchas veces llegaban las posturas de los propios críticos de América Latina. La crítica que la corriente hacía de los poderosos económicos y políticos se ganó enemigos sobre el terreno y eso favoreció una reflexión interesada desde diferentes grupos de presión, señala el alemán. Por evitar estas interferencias y que el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el propio Sayer llevó en mano una carta de Gutiérrez a Ratzinger en 1984.

El Papa de Aparecida

El cardenal viajaría luego a Perú y se organizarían más tarde un coloquio en el CELAM y otro en Alemania con la presencia de Ratzinger y teólogos latinoamericanos. “Gustavo Gutiérrez dio la conferencia principal y me confirmó lo comprensiva y abierta que había sido la reacción Ratzinger”, recuerda Sayer. “No era un oponente duro de la teología de la liberación, como a veces se le presenta”, destaca frente a otros prelados alineados con el Opus Dei en América Latina y Estados Unidos. Algo que no implica que Ratzinger avalase a quienes ya defendían el uso de la violencia o proponían como absoluto el marxismo o el ateísmo freudiano.

Además, no se puede olvidar que Benedicto XVI fue el Papa de la 5ª Conferencia General del CELAM en Aparecida 2007 donde defendió la “opción por los pobres” como una idea clave de la cristología. “El documento final de Aparecida fue editado por el cardenal Jorge Bergoglio”, un texto que “incluye la opción para los pobres y se refiere al discurso de apertura de Benedicto. Además, los miembros de la comisión editorial eran cardenales influyentes como Oscar Rodríguez y Carlos Aguiar, el expresidente de Celam”. Ahora bien, insiste, “fue Benedicto quien también dio su ‘placet’ al documento final de Aparecida, es decir, aceptó las peculiaridades de la Iglesia de América Latina y de ninguna manera apoyó las posiciones de los opositores”. “Los críticos precipitados en Europa deben tomar nota de tales conexiones y no repetir rápidamente ciertos prejuicios”, reivindica.

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