Las reacciones y condolencias ante el fallecimiento de Benedicto XVI no se han hecho esperar. Y, mientras los primeros asistentes al velatorio llegan al Vaticano para despedir al Papa emérito, ha sido el cardenal Angelo Scola, quien una vez fue el hombre al que todos miraban como su posible sucesor en el trono de Pedro, quien se ha pronunciado, haciendo memoria de lo que han sido cinco décadas de amistad entre ambos.
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“Trabajando con Ratzinger siempre se aprendía algo nuevo”, ha dicho Scola, arzobispo emérito de Milán, en declaraciones recogidas por Il Corriere della Sera. En este sentido, Scola ha señalado estar “seguro de que la aportación de Ratzinger-Benedicto XVI a la Iglesia contemporánea, en su continuidad con san Juan Pablo II y en la apertura del horizonte en el que se mueve el Papa Francisco, no sólo ha sido decisiva sino que requiere más estudio en este tiempo de angustia para toda la Iglesia”.
Mucho más que un amigo
Por otro lado, Scola ha recordado que conoció a Joseph Ratzinger en 1971, cuando los teólogos de varias partes del mundo “comenzamos a trabajar en el proyecto de la revista internacional Communio”. Así, ha subrayado que “inmediatamente me llamó la atención su humildad y la delicadeza de su estilo”.
“Su gusto por conocer gente con la clara intención de entablar amistad me impresionó desde aquel primer encuentro en la Katholische Akademie de Munich”, ha aseverado Scola. “Desde entonces, a lo largo de estos cincuenta años, ha sido para mí un amigo, pero más aún un padre, sin dejar nunca que me falte su ayuda incluso en algunos de los momentos más difíciles de mi vida”.
