Luna y Abdou recibirán el Premio Carisma el próximo 30 de noviembre

La voluntaria de Cruz Roja y el joven migrante han sido galardonados “por su dedicación, consuelo, reconforte y gesto humano entre ambos en la crisis migratoria en Ceuta en mayo de 2021”

Abrazo en la frontera de Ceuta y Marruecos

La instantánea que capturó el abrazo entre Luna –trabajadora de Cruz Roja– y Abdou –migrante– en la costa ceutí se convertía, en 2021, en la imagen por excelencia de la tragedia de la migración, pero también de la acogida. Pero, la fotografía ahora es muy distinta: ambos han sido galardonados con el premio Carisma a la Justicia y Solidaridad de la CONFER, “por su dedicación, consuelo, reconforte y gesto humano entre ambos en la crisis migratoria en Ceuta en mayo de 2021”, y que será entregado en su tercera gala anual el próximo 30 de noviembre.



Los Premios Carisma tienen como finalidad reconocer el trabajo que diferentes personas o instituciones realizan acorde al fin fundamental de la CONFER: animar, servir y promover la vida religiosa. También se reconoce la labor de personas y/o instituciones comprometidas con los demás a través de diversos ámbitos de su actividad personal o profesional. La entrega de premios se realizará a las 17:30 horas en el auditorio de la Fundación Pablo VI situado en el paseo de Juan XXIII, 3 de Madrid.

El jurado que conforma estos premios está formado por: Jesús Miguel Zamora, secretario general de la CONFER; Eva Silva, responsable del Servicio de Comunicación de la CONFER; José María Legorburu, vicepresidente de la Unión Católica de Informadores y Periodistas de España (UCIPE); Elsa González, consejo de administración de Telemadrid; Santiago Riesco, periodista de RTVE; José Beltrán, director de Vida Nueva; Silvia Rozas, directora de Ecclesia; Manolo Bretón, presidente de Cáritas Española; Mayte Ortiz, directora Fundación SM y Eva Fernández, corresponsal del Grupo COPE en Italia y el Vaticano.

Los premiados

A Luna y Abdou se une, este año, con el Premio Carisma de Formación y Espiritualidad, José Cristo Rey García Paredes, cmf, “por la dedicación de toda una vida a ayudar a reflexionar y abrir horizontes desde la formación teológica a numerosas generaciones de creyentes y de modo especial a un gran número de religiosos y religiosas de todas las edades y culturas”.

Asimismo, el Premio Carisma de Misión y Cooperación es para el misionero comboniano Eugenio Arellano Fernández, quien, durante 26 años ha sido obispo del Vicariato Apostólico de Esmeraldas al servicio de las comunidades afrodescendientes y ha luchado por la paz en una zona no exenta de conflictos en el norte de Ecuador, mientras que el premio a la Educación será otorgado a la Universidad La Salle de Belén, por ser un “ejemplo de excelencia académica” a pesar de haber sido “clausurada 12 veces por el gobierno israelí”. “Sus estudiantes han sido víctimas de toques de queda, restricciones de viajes y hostigamientos en controles fronterizos para poder ir a estudiar”, explica la CONFER.

El Premio Carisma de Pastoral Juvenil Vocacional se lo lleva la Escuela de Pastoral Juvenil con Jóvenes, “por su trayectoria de varios años de camino sinodal en la PJV al unir a diócesis, institutos seculares, movimientos y congregaciones religiosas, ofreciendo espacios de encuentro y formación dinamizados por jóvenes y adultos conjuntamente”.

Por otro lado, el Premio Carisma de Salud es para Santiago Requejo por su corto ‘Votamos’ sobre la salud mental. Basado en una historia real, está nominado a los Premios Goya de este año. Por otro lado, el premio ‘Fe y Cultura‘ es para Brotes de Olivo, por sus “50 años de servicio al evangelio a través de la música”.

El Premio Carisma de Comunicación lo ostenta Daniel Pajuelo, sacerdote marianista y Youtuber; y el premio de Impacto es para la Fundación FOESSA “por su esfuerzo en dar a conocer desde 1965, con el impulso de Cáritas Española, de forma objetiva la situación social de España.

Finalmente, la CONFER otorga un Premio Carisma Especial a la Iglesia en La Palma. concretamente, al párroco Alberto Hernández “por convertir su propia casa en una iglesia y celebrar allí misa para todos los vecinos que se han quedado momentáneamente sin parroquias por la tragedia del volcán. Se ha desvivido para acoger a aquellos que no tienen donde ser alojados”.

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