Francisco: “La Iglesia y el Papa esperamos mucho más de Comunión y Liberación”

El Pontífice ha recibido esta mañana en la plaza de San Pedro a una numerosa delegación de miembros del movimiento y les ha recordado los tres aspectos clave de la personalidad de su fundador, Luigi Giussani

Amar a la Iglesia y ser mensajeros de paz. Estas son las peticiones que ha hecho el papa Francisco a los miembros del movimiento Comunión y Liberación que han acudido hoya la Plaza de San Pedro con motivo del centenario del nacimiento del Fundador, el Siervo de Dios don Luigi Giussani. Una ocasión que el Papa ha celebrado con “gratitud en el alma”.



“La Iglesia reconoce su genio pedagógico y teológico, desplegado a partir de un carisma que le fue dado por el Espíritu Santo para la utilidad común“, ha asegurado Francisco acerca de Giussani. “No es la mera nostalgia lo que nos lleva a celebrar este centenario, sino el recuerdo agradecido de su presencia: no sólo en nuestras biografías y en nuestro corazón, sino también en la comunión de los santos, desde donde intercede por todos los suyos”, ha añadido.

Asimismo, el Papa ha recordado que “los períodos de transición no son nada fáciles, cuando el padre fundador ya no está físicamente presente”, y ha agradecido a “Julián Carrón su servicio al frente del movimiento durante este período y el mantener firme el timón de la comunión con el pontificado” después del fallecimiento del fundador. “Sin embargo, no faltaron graves problemas, divisiones y ciertamente también un empobrecimiento ante un movimiento eclesial tan importante como Comunión y Liberación, del cual la Iglesia y yo mismo esperamos más, mucho más”, ha dicho el Pontífice.

Sin embargo, Francisco ha instado a los presentes a no caer en el desánimo: “los tiempos de crisis son tiempos de recapitulación de vuestra extraordinaria historia de caridad, cultura y misión; son tiempos de discernimiento crítico de lo que ha limitado el potencial fecundo del carisma de don Giussani; son tiempos de renovación y relanzamiento misionero a la luz del momento eclesial actual, así como de las necesidades, sufrimientos y esperanzas de la humanidad contemporánea”. Y es que “una crisis nos hace crecer, no debe reducirse al conflicto, que anula”.

Carismático, educador y hombre de Iglesia

Por otro lado, Francisco ha recordado algunos aspectos de “la rica personalidad de don Giussani”. En primer lugar, “su carisma”. “Don Giussani fue ciertamente un hombre de un gran carisma personal, capaz de atraer a miles de jóvenes y tocar sus corazones”, ha dicho. Un carisma que, tal como ha señalado el Papa, provenía de la intuición de que “Cristo es el centro unificador de toda la realidad, es la respuesta a todas las preguntas humanas, es la realización de todo deseo de felicidad, de bien, de amor, de eternidad presente en el corazón humano”. Algo que hizo que “el asombro y la fascinación de este primer encuentro con Cristo nunca le abandonaran”.

“Don Giussani atraía, convencía, convertía corazones porque transmitía a los demás lo que llevaba dentro después de aquella experiencia fundamental suya: la pasión por el hombre y la pasión por Cristo como realización del hombre”, ha asegurado el Papa. Como consecuencia, “muchos jóvenes lo siguieron porque los jóvenes tienen un gran estilo. Lo que dijo salió de su experiencia y de su corazón, por lo que inspiró confianza, simpatía e interés”.

En este sentido, Francisco ha animado a continuar con el carisma, “recordando que no es este lo que debe cambiar, sino que debe ser aceptado de nuevo y hacerlo fructificar hoy”. “Son los modos de vivirlo los que pueden constituir un obstáculo o incluso una traición al fin por el cual el carisma fue suscitado por el Espíritu Santo”, ha añadido.

Por otro lado, el Papa ha subrayado la gran acción de Giussani como educador. “Desde los primeros años de su ministerio sacerdotal, ante la pérdida y la ignorancia religiosa de muchos jóvenes, don Giussani sintió la urgencia de comunicarles el encuentro con la persona de Jesús que él mismo había experimentado. Don Luigi tenía una capacidad única para desencadenar en el corazón de los jóvenes la búsqueda sincera del sentido de la vida, para despertar su deseo de verdad”, ha explicado. “Como verdadero apóstol, cuando vio que esta sed se había encendido en los muchachos, no tuvo miedo de presentarles la fe cristiana. Pero sin imponer nunca nada. Su planteamiento ha generado muchas personalidades libres que se han adherido al cristianismo con convicción y pasión; no por costumbre, no por conformidad, sino de manera personal y creativa”.

Así, el Papa ha exhortado a los presentes “a alimentar esta pasión por la educación, su amor por los jóvenes, su amor por la libertad y la responsabilidad personal de cada uno frente a su propio destino, su respeto por la singularidad irrepetible de cada hombre y de cada mujer”.

Por último, ha recordado que el fundador era “hijo de la Iglesia”. Don Giussani “fue un sacerdote que amaba tanto a la Iglesia. Incluso en momentos de desconcierto y fuerte oposición a las instituciones, mantuvo siempre con firmeza su fidelidad a la Iglesia, por la que cultivó un gran cariño, casi una ternura, y al mismo tiempo una gran reverencia, porque creía que es la continuación de Cristo en la historia”.

Trabajar por la paz

“Los movimientos eclesiales contribuyen, con sus carismas, a mostrar el carácter atractivo y novedoso del cristianismo; ya la autoridad de la Iglesia corresponde indicar con sabiduría y prudencia por qué camino deben andar los movimientos, para permanecer fieles a sí mismos ya la misión que Dios les ha encomendado”, ha aseverado Francisco, quien, para terminar, ha pedido al movimiento a unirse a él en “la profecía por la paz”.

“Me asusta el mundo cada vez más violento y bélico”, ha dicho el Papa. “En la profecía que indica la presencia de Dios en los pobres, en los abandonados y vulnerables, condenados o apartados en la construcción social; en la profecía que anuncia la presencia de Dios en cada nación y cultura, satisfaciendo las aspiraciones de amor y verdad, justicia y felicidad que pertenecen al corazón humano y que palpitan en la vida de los pueblos. Que esta santa inquietud profética y misionera arda en vuestros corazones”, ha concluido.

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