Luis Argüello: “Merece la pena ser abogado de Dios”

Se daba por hecho desde hace meses que Luis Argüello, de 69 años, sería el sucesor natural del cardenal Ricardo Blázquez como arzobispo de Valladolid. Los vaticinios se cumplieron el viernes 17 de junio a mediodía. La diócesis del Pisuerga gana un pastor y la Conferencia Episcopal pierde a su secretario general, que de inmediato comunicó que veía “incompatible” seguir en el cargo por la dedicación “en exclusiva” que le requiere su nueva misión.



PREGUNTA.- Regreso al pasado. Si se topara con ese joven profesor de Derecho Administrativo y le dijera que acabaría llevando mitra y báculo, ¿se lo creería o lo tomaría por loco?

RESPUESTA.- Seguramente esto último. Lo he comentado a veces con mis compañeros de aquella época; no nos lo creeríamos ninguno. Ahora, a posteriori, vas descubriendo en qué medida se va entretejiendo el paño de tu historia y el bordado que se va realizando en cada uno de nosotros. Yo dejé el mundo del Derecho, pero posteriormente tuve que encontrarme de nuevo con él como vicario general de una diócesis y ahora como secretario general. De alguna manera, aquello que parece que pierdes en un momento determinado, lo recuperas después transfigurado. Es mi experiencia e intuyo que, en este tiempo que afronto ahora con una fuerza renovada en Valladolid, mucho de lo vivido lo recuperaré ahora de forma renovada.

Abogado de Dios

P.- ¿Merece entonces la pena ser abogado de Dios?

R.- Por supuesto. Y, además, cada vez más convencido. Lo que más me preocupa es no ser capaz de transmitirlo. Y no solo yo. Hemos de ser capaces, como pueblo de Dios, de contagiar que creer en Dios humaniza, que es bueno para las relaciones con los otros y para el cuidado de la Casa Común… Mi deseo para esta nueva etapa que ahora comienzo pasa por generar fraternidad y amistad, generar preocupación por el clamor de la tierra y generar compromiso por el clamor de los pobres. Creo que, si fuésemos capaces de transmitir esto nos hace tanto bien y que pueda ser bien para los demás.

P.- No sé si suscribe esta frase: “Pobrecito, la que le espera al próximo secretario general…”.

R.- El secretario general de la Conferencia Episcopal tiene un buen equipo de trabajo alrededor, un apoyo real. El secretario no deja de ser el secretario de una Asamblea Plenaria, de una Comisión Permanente y de una Comisión Ejecutiva que se reúne todos los meses. Además, hay un presidente de los obispos. Si además es portavoz, tiene una dimensión mediática e institucional que es un plus a la vida de cualquier obispo. No quiero asustar a nadie, porque deseo que en próximo noviembre un candidato pueda ser elegido y yo ser sustituido. En ese sentido puedo decir, con mi testimonio por delante, que el equipo de personas que trabaja en la Conferencia es un equipo estupendo.

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