“Los recientes escándalos, como los episodios de pedofilia, han llevado a la necesidad de reforzar el derecho canónico”

El arzobispo Filippo Iannone, presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, recuerda que los pastores deben recurrir al sistema penal “todas las veces que haga falta”

juicio caso Vatileaks

El nuevo Libro VI del código de derecho canónico ya es una realidad. La reforma del volumen encargado de tipificar los crímenes y penas dentro de la comunidad católica, entre ellos la pederastia eclesial, fue publicada este martes por el Vaticano después de que el papa Francisco la promulgara con la Constitución Apostólica ‘Pascite gregem Dei’, firmada el 23 de mayo, solemnidad de Pentecostés.



El texto no entrará en vigor hasta el 8 de diciembre, día de la Inmaculada, para dar así el tiempo suficiente a las instituciones eclesiales para que conozcan los cambios que introduce, buena parte de los cuales ya fueron adelantados por Vida Nueva

Penas para laicos comprometidos

El arzobispo Filippo Iannone, presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, destacó entre las novedades del Libro VI la inclusión de los delitos de tipo económico-financiero,la introducción de un listado detallado con las penas y la posibilidad de que éstas se apliquen no solo a los sacerdotes y religiosos, sino también a los laicos que desempeñen alguna posición de responsabilidad dentro de las instituciones eclesiales.

Señaló además la importancia de que se modifiquen las normas sobre la prescripción, para lograr así que los procesos concluyan en tiempos “razonablemente breves”, y que los delitos de pederastia se hayan incluido en un capítulo específico sobre “la dignidad de la persona, la libertad y la vida”.

Caridad “concreta” hacia las víctimas

Esta reforma, subrayó Iannone, sigue la voluntad manifestada primero por Benedicto XVI y luego por Francisco de que deben respetarse las leyes para lograr “una ordenada vida eclesial”, por lo que los obispos y superiores generales deben intervenir cuando éstas son violadas. Los ordinarios tienen la obligación de ejercer una “concreta e irrenunciable” caridad hacia las víctimas y los reos, que también “necesitan la misericordia”.

Iannone subrayó que es precisamente la caridad la que exige que los pastores “recurran al sistema penal todas las veces que haga falta, teniendo presentes los tres fines que lo hacen necesario, es decir, el restablecimiento de las exigencias de la justicia, la enmienda del delincuente y la reparación de los escándalos”. El presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos insistió en la necesidad de coaligar la justicia y la misericordia debido a la “errónea interpretación” que se ha hecho durante años del derecho penal en la Iglesia, actuando con una “excesiva relajación”.

Mejor respuesta al contexto actual

La presencia de situaciones irregulares dentro de la comunidad cristiana y, en particular, “los recientes escándalos”, como los “desconcertantes y gravísimos episodios de pedofilia”, han llevado a la necesidad de “reforzar el derecho canónico”, explicó Iannone. Se pretende así que las normas penales universales estén “más adaptadas a la tutela del bien común y de los fieles” y respondan mejor tanto al contexto eclesial actual como a las exigencias de justicia contemporáneas.

El obispo español Juan Ignacio Arrieta, secretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, señaló por su parte cómo el largo trabajo colegial que ha llevado a la reforma del Libro VI ha hecho que, de sus 89 cánones, 63 hayan sido modificados (el 71%), 9 hayan sido trasladados (10%) y solo 17 hayan permanecido iguales (19%). Entre los objetivos que buscaba la reforma, destacó tres.

Delitos mejor especificados

“Las nuevas normas reducen el ámbito de discrecionalidad dejado antes a las autoridad”, comentó en primer lugar Arrieta, subrayando cómo ahora los delitos están “mejor especificados” y las sanciones claramente recogidas en una lista. El segundo criterio que presentó fue el de “proteger a la comunidad”, logrando la “reparación del escándalo y el resarcimiento del daño”.

El tercer objetivo de la reforma es ofrecer a los pastores “los medios necesarios para poder prevenir los delitos, y para poder intervenir a tiempo en la corrección de situaciones que podrían convertirse en crímenes más graves” si no se corrigen antes.

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