El obispado de Lleida contesta ahora al de Barbastro sobre el litigio de los bienes de la franja: “Nadie es verdugo de nadie”

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Las diócesis de Lleida y Barbastro-Monzón agudizan su conflicto. El obispado de Lleida presentó esta semana un recurso de apelación a la sentencia del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción n.º 1 de Barbastro que ordenó, el pasado 10 de diciembre de 2019, la inmediata devolución de 111 obras de arte a las 43 parroquias aragonesas. El obispo Salvador Giménez alegaba en el escrito que no era libre cuando reconoció la propiedad aragonesa de los denominados bienes de la franja.



Una decisión que provocó que ayer, el obispo de Barbastro, Ángel Pérez Pueyo, expresara su “sorpresa y pesadumbre” en un contundente comunicado. Pues bien, si ayer el comunicado procedía de tierras aragonesas, hoy es de tierras catalanas, pues “parece lógico que se ofrezca también las siguientes aclaraciones con objeto de equilibrar las dimensiones divergentes del problema”, señala  la diócesis ilerdense.

“El tema está situado ahora en el ámbito jurídico, sin menoscabo del cultural e histórico; no se trata, como hace el texto, de entrar en valoraciones sobre personas e intenciones (escándalo, despropósito, humillación, ultraje…) o en impresiones que puedan causar malestar en algunas personas (sorpresa, pesadumbre, desconcertado, dolido, muy quemada…). No hace al caso tampoco la sospecha o la acusación personal para provocar una respuesta. Nadie es verdugo de nadie, menos en nuestro caso de diócesis vecinas que comparten personas y finalidades comunes. Además, el lenguaje y los sentimientos de unos y de otros deben partir siempre de los textos evangélicos”, reconoce el comunicado.

Un litigio en dos partes

El obispado de Lleida considera que “no se puede olvidar que el mencionado litigio tiene dos partes”. La primera “se desarrolló en el ámbito eclesiástico y se cerró con indicaciones expresas a la diócesis de Lleida por parte de las autoridades y tribunales de la Iglesia para que las piezas en cuestión fueran retornadas a sus parroquias de origen, hecho aceptado explícitamente por los tres últimos obispos y, por supuesto, por el actual. Por motivos ya sabidos y explicados en distintas instancias eclesiales, no fue posible satisfacer los requerimientos”, explican. La segunda “es la que se está desarrollando en los tribunales civiles ante los que la diócesis de Barbastro-Monzón ha denunciado al obispado de Lleida. Esta es una fase que, desde el punto de vista legal, no ha terminado su recorrido sino que se encuentra todavía abierto y con posibilidad de presentar los correspondientes recursos”, completa.

La diócesis “comparte el gozo de sentir y vivir como indica la diócesis de Barbastro-Monzón en su comunicado, en una Iglesia siempre libre y abierta. Por eso nunca ha manifestado ningún tipo de reticencia ante el hecho de que aquel obispado haya ejercido la libertad de recurrir a los tribunales civiles y, con seguridad, el mismo reconocerá idéntica libertad a esta diócesis para exponer razonadamente sus argumentos ante el juez que los requiera. Es más, el obispo de Lleida afirma que nunca ha recibido coacciones ni presiones de ninguna autoridad; se ha respetado su libertad fundada en su responsabilidad pastoral aun lamentando las acusaciones vertidas por algunos medios de comunicación contra su persona y su ministerio”, indica el texto.

Asimismo, afirman que la diócesis “comparte la convicción, expresada siempre en las diferentes informaciones del obispado de Barbastro-Monzón, del respeto a la ley y a los procedimientos legales que ella misma articula. Por eso no resulta extraño que quien es acusado ante un tribunal, como lo ha sido el obispado de Lleida, quiera y pueda acogerse a lo que la ley tiene previsto. En consecuencia no dudamos que se le reconocerá y respetará el derecho que le ampara a defenderse ante los tribunales a través de los recursos que ofrece a cualquier ciudadano nuestro ordenamiento legal”.

Y es que, como manifiestan, “la justicia ha hablado en primera instancia pero, como todo el mundo sabe, puede hablar de nuevo en otras instancias”. Del mismo modo, concluyen: “En los desencuentros hay sufrimiento por ambas partes. Esta diócesis no pretende causar más dolor a nadie, solo presentar sus argumentos y defender, según su criterio, las propias razones”.

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