Pablo Martínez de Anguita pide luchar contra la “pobreza del desconocimiento” para proteger la Casa Común

“Un jardinero del Edén”. Así define su trabajo y su vocación como Ingeniero de Montes, Pablo Martínez de Anguita, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y director de la revista ‘Lands Care’ y de Laudato si’. A través de un encuentro online organizado por la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria y la Christian Youth for Climate con motivo del tiempo jubilar del ‘Tiempo de la creación’, Martínez ha defendido la capacidad de asombro que la naturaleza crea en la persona y cómo esta actitud impulsa un auténtico compromiso de fe.



Compromiso cristiano por la ecología

El profesor ha unido la relación con el cuidado de la creación con la de los discípulos con Jesús. Ha invitado a “enamorarse de la belleza de la naturaleza” como elemento que conecta con la fe de las personas. Al lado de la naturaleza se abren actitudes como el agradecimiento y la humildad, apunta. De ahí se pasa “del asombro y el agradecimiento a la vocación y a la misión”. En este sentido, desde su experiencia, el compromiso por los pobres y más desprotegidos resulta evidente porque es parte del “grito de la Tierra”.

Martínez de Anguita describe la actual crisis ecológica como la “hierba que rompe cada primavera el asfalto” a pesar de los desastres y “rupturas” que las personas provocamos en la naturaleza. Por eso invita a luchar contra la “pobreza del desconocimiento” que hace que tratemos mal la naturaleza por ignorancia, algo que también viven sobre todo los más pobres. El profesor, que colabora habitualmente con una comunidad indígena de Nicaragua, denuncia la explotación que han sufrido por el desconocimiento estos pueblos hasta el día de hoy. Algo que se une a la corrupción o los intereses de las élites y gobiernos.

Aprender de la belleza

Por ello ha defendido una aplicación del “principio de subsidiariedad, que es el fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia” en el terreno de la ecología integral. Además, el profesor defiende una educación “experiencial” que parta de “aprender a admirar la belleza de las cosas, algo que no se da en clase”. Como ejemplo, destaca que en los países empobrecidos no hay educación hídrica ya que “un río es un ecosistema” y de él depende la salud de una población que puede sufrir diarreas si no se cuida.

El experto se felicita del avance que hay con la existencia de políticas ambientales. También hay teorías económicas que integran la situación del planeta en las dinámicas de producción. Aunque “tampoco es suficiente” ya que hay dicotomías entre el crecimiento económica y el cuidado de la creación. Cuando entra en juego el mercado, muchas veces el avance de recursos beneficiosos con la ecología no están entre las primeras prioridades de empresas y consumidores.

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