Patricia Murray: “Religiosos y obispos no debemos reunirnos solo cuando hay crisis, sino para la misión”

secretaria ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG)

Superiores y obispos no deben reunirse solo cuando hay crisis, sino habitualmente para reflexionar sobre la misión de la diócesis y de la congregación. Es el consejo de Patricia Murray, ibvm, secretaria ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), organización que agrupa a cerca de 2.000 congregaciones religiosas femeninas a las que pertenecen 658.000 monjas de vida apostólica y que ha participado en la elaboración del nuevo documento que sustituirá a la instrucción Mutuae relationes.



“Las religiosas pueden marcar una diferencia a nivel estructural y pastoral con su interioridad, sus enseñanzas y sugerencias”, destaca Murray, invitando a crear espacios para que las consagradas participen en el discernimiento de la vida diocesana. Aunque “en general hay una relación de respeto” entre obispos y religiosos, lamenta que algunos pastores les vean “solo como una fuerza de trabajo”.

PREGUNTA.- ¿Cuál es la clave para que haya una buena relación entre religiosos y obispos?

RESPUESTA.- Superiores y obispos no deben reunirse solo cuando hay crisis, sino habitualmente para reflexionar sobre la misión de la diócesis y de la congregación. Para ello pueden usar las estructuras que ya existen, como las conferencias episcopales y las conferencias de religiosos. Pueden ser un importante vehículo para mantener el contacto y las buenas relaciones.

P.- El borrador del nuevo documento hace un significativo reconocimiento de la aportación de la vida consagrada femenina. ¿Se ha dado un paso adelante en este sentido?

R.- Hay una apertura para crear espacios para las mujeres en la Iglesia, aunque el camino del cambio es lento. Hay que ver cuáles son los espacios para que las religiosas participen en el discernimiento de la vida de la diócesis, en particular, y de la Iglesia, en general. Las religiosas pueden marcar una diferencia a nivel estructural y pastoral con su interioridad, sus enseñanzas y sugerencias. Pero hay que crear nuevas estructuras para la participación. En algunas partes del mundo, como Alemania y Australia, se ha abierto un proceso sinodal para escuchar nuevas voces.

Una fuerza de trabajo

P.- ¿Cuál es la mayor dificultad en las relaciones entre los obispos y los consagrados?

R.- A veces, a algunos obispos les resulta difícil comprender la vida religiosa y la ven solo como una fuerza de trabajo. Nuestra vida es algo más profundo: es un modo de vivir juntos, en el que la oración está en el centro de la vida. Nuestra espiritualidad y manera de hacer reflexión y discernimiento son muy importantes para nosotros. En el fondo de la vida religiosa está nuestro carisma, espiritualidad y modo de vivir los votos. En general, hay una relación de respeto y el obispo conoce la vida religiosa. Muchos de ellos, además, son religiosos. Pero a veces se crean tensiones cuando un obispo quiere algo de una congregación, pero esta tiene otro modo de comportarse.

P.- ¿Conocen bien los pastores la vida religiosa?

R.- He hablado con sacerdotes que me han dicho que solo recibieron en sus seminarios seis conferencias sobre la vida consagrada. Habría que ofrecer una formación inicial más profunda y crear diversos modos de compartir la vida y hacer una reflexión conjunta sobre la Biblia. Los religiosos aportan frescura y energía a la vida de la Iglesia con su espiritualidad. Espero que en las Iglesias locales haya espacio para laicos, presbíteros y religiosos, de modo que surja un discernimiento conjunto para ver cómo avanzar.

Fondos para mantenerse

P.- ¿Es la gestión de los bienes de las congregaciones la cuestión que más controversias genera?

R.- Entiendo que son bienes que se usan para la misión de la Iglesia, pero son propiedad de las órdenes religiosas. A veces, puede haber tensiones cuando un instituto quiere cerrar o vender una propiedad. Es ahí donde se demuestra lo importante que resulta tener buenas relaciones con el obispo. En ocasiones las propiedades se donan, pero en otras no puede hacerse porque los fondos son necesarios para cuidar de ancianos o mantener otras misiones. Si hay una relación sana, las dificultades se pueden resolver. Tanto las diócesis como las congregaciones religiosas tienen necesidades.

P.- ¿Falta información sobre cómo se mantienen los institutos?

R.- Algunos piensan erróneamente que a las religiosas nos mantiene la Iglesia, y no es verdad. Las órdenes religiosas dependen de sus salarios, donaciones e ingresos que puedan conseguir. En muchos casos, les resulta difícil mantenerse. A veces, la gente cree que la vida religiosa es rica por las propiedades que tienen algunos institutos, pero la realidad es que nuestra vida es muy sencilla y que las propiedades se utilizan para la misión y el servicio.

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