Alfonso Ussía: “La obsesión anticristiana es de salvajes”

El escritor Alfonso Ussía

La exhumación de papá y el cróquet (Almuzara) es el título del nuevo libro de Alfonso Ussía en el que nos regala una nueva entrega del inefable marqués de Sotoancho, su personaje más célebre y delirante. Recibe nuestra llamada en su casa del norte y, con el humor que siempre le caracteriza, repasamos su obra, la situación del país y de la monarquía… y nos adelanta su nuevo proyecto periodístico.



PREGUNTA.- ¿Cómo ha sido retomar al marqués?

RESPUESTA.- No hace tanto tiempo que “nos encontramos” él y yo. Cada dos o tres años intento volver con él, porque me divierte seguir sus aventuras y me siento optimista cuando estoy codo con codo con el marqués.

P.- Después de 30 años, ¿será su última aventura con Sotoancho?

R.- No, esperaré un tiempo y cuando me lo pida el cuerpo, le retomaré. Mis conversaciones con el marqués son extraordinarias aunque de vez en cuando me insulte (risas).

P.- El inefable señorito andaluz se las ve con la autoridad que pretende exhumar y trasladar de ubicación los restos de su difunto padre…

R.- Cuando hay una realidad que no me gusta o contra la que quiero arremeter, me sirvo del marqués, siempre intentando que no sea de forma grosera o amarga. Paso por su tamiz todas las barbaridades que hacen nuestros gobernantes y las convierto en parodia. Es mi regalo al lector. Aunque debemos tener presente que al marqués no le importa nada de lo que sucede más allá de los límites de su territorio. Le afectan, eso sí, las tonterías como la Ley de la Memoria Histórica, que exhumen a su padre dentro de los límites de su propiedad… Pero es muy listo. Consigue cosas que otros no pueden hacer porque es riquísimo. Para colmo los que están con él son felices porque les trata bien, y puede permitirse ponerle precio al concejal socialista de turno que vale “tantos mil euros” (risas). (…)

P.- ¿Es un hombre de fe?

R.- Lo soy. Católico, apostólico y romano. Me parece que la obsesión anticristiana es de salvajes porque no se dan cuenta de que el desarrollo y los Derechos Humanos de Occidente vienen del humanismo cristiano. (…)

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