Ingreso Mínimo Vital: la renta que da autonomía… de la mano de Cáritas

Samia. Cáritas Getafe

Decir que Samia llegó con una mano delante y otra detrás a la casa de acogida de Cáritas en Parla supondría edulcorar su prólogo vital. En la indigencia. Sin ingresos. Sin papeles en regla. Marroquí separada tras ser repudiada por el que fuera su marido. Con dos hijos –Israe y Souhail–, que ahora tienen 7 y 4 años, el pequeño con una enfermedad rara que le mantiene postrado en una silla.



Entonces no se rindió, ahora tampoco tira la toalla. Ni ella ni Elena, la trabajadora social de la ONG de la Iglesia en la diócesis de Getafe, que está orgullosa de los pequeños grandes pasos dados para tomar las riendas de su presente. Cada vez que es capaz de desenvolverse ante una cita médica. O cuando dio el salto para participar en un reciente curso de formación profesional de ayuda a domicilio, también fue un triunfo.

“Eres consciente de su realidad y es inevitable establecer lazos de amistad, pero, para que pueda ser una mujer autónoma, hay que empujarle a dar saltos hacia adelante”, apunta Elena. Samia corresponde: “Cáritas es mi familia. Dios siempre está con nosotros, y estoy segura de que ha puesto a todas estas personas en mi camino”.

Le cuesta expresarse. No porque no se maneje en castellano. La timidez se entremezcla con algún miedo de largo recorrido que todavía sigue enquistado. “La mayor dificultad ha sido el desconocimiento del sistema, no saber desenvolverse en un ambiente y una cultura con unas reglas diferentes”, señala la trabajadora social.

De ahí que la vivienda compartida que ocupa en Parla sea mucho más que un techo cedido. Solo tiene sentido desde un proyecto socioeducativo de intervención integral, siempre en coordinación con los servicios sociales, que permiten dar herramientas a los beneficiarios para que sepan desenvolverse por sí mismos. “Vamos trabajando objetivo a objetivo el desarrollo personal, la realidad familiar, la convivencia con otros, ya que, teniendo en cuenta su situación, lo más probable es que en un futuro tengan que convivir también con otras personas”, comenta la responsable de Cáritas.

Pasos adelante

El hogar está ocupado actualmente por cinco personas, pero cuenta con nueve plazas y está integrado en una comunidad de vecinos normalizada, donde además reside una voluntaria.

Aunque en principio la estancia en la casa es de un año, Samia lleva dos, por un complejo contexto al que le están dando un vuelco. En estos días se celebra su divorcio, también están en trámites para conseguir una silla especial para su hijo y, en breve, accederá a la tercera renovación del permiso de residencia, que le permitiría obtener el permiso de trabajo. Además, en febrero le fue concedida la renta de reinserción de la Comunidad de Madrid.

¿Lo próximo? Solicitar el Ingreso Mínimo Vital, que supondrá para ella su particular ‘nueva normalidad’ para integrarse. “Lo vamos a presentar mano a mano de forma telemática”, comenta Elena, que confía en que, dentro de la escasez, puedan empezar con un plan de ahorro que le permita tener un colchón cuando pueda valerse por sí misma.

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