Al comienzo de la eucaristía matutina de hoy celebrada en la capilla vaticana de la residencia de Santa Marta, el Papa puso en manos de Dios a la comunidad educativa cuando se acerca el período de exámenes y un final de curso marcado por la pandemia del coronavirus.
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“Rezamos hoy por los estudiantes, por los jóvenes que estudian y por sus maestros, que tienen que encontrar nuevas metodologías para salir adelante en la enseñanza. Que el Señor les ayude en este camino y les dé valentía para que tengan éxito”, expreso.
El misterio de permanecer
Durante la homilía, el Papa reflexionó en lo que denominó “el misterio recíproco del permanecer”. Partiendo de la parábola de la vid y los sarmientos, Francisco explicó cómo la llamada de Jesús -‘Permaneced en mí y yo en vosotros’- implica un “permanecer activo y recíproco”.
Así, Francisco negó que el creyente sea un sujeto pasivo en el crecimiento de su fe. Por ello, reivindicó la necesidad de abonar una “relación mística, de intimidad, sin palabras con Dios, que no es solo para los místicos sino para todos, con pequeños pensamientos”.
Comunidad e intimidad
De esta manera, invitó a los cristianos a labrar “un diálogo de intimidad con el Señor. El Padre y el Espíritu están presentes en mí, pero yo también tengo que permanecer presente en ellos”. Esta relación es la que permite, para el Papa, forjar “la comunidad e intimidad de permanecer fecundos”.
“¿Qué necesidad tiene Jesús de nosotros? El testimonio. Jesús necesita de nuestro testimonio para anunciar, para que la Iglesia siga adelante. Porque la fe y el Evangelio crece en el testimonio”, completó.
“La vida cristiana es permanecer con Él”, expuso el Papa, que subrayó que “no es un permanecer pasivo, un dormirse en el Señor. Se trataría de un sueño beatífico, y no es así”. “Es verdad que la vida cristiana es cumplir los mandamientos, también es caminar por la vía de las bienaventuranzas y llevar a cabo las obras de misericordia. Todo esto hay que hacerlo, pero también hay que permanecer”, detalló.
