¿Una desescalada ‘a la alemana’ para las misas españolas?

La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española ya está trabajando en cómo será la vuelta a las misas con fieles en las próximas semanas. Para ello, ya se trabaja en un protocolo de actuación “similar” al que ya han aprobado los obispos alemanes que apuesta, entre otras medidas, por comulgar en la mano durante esta primera fase y priorizar las celebraciones al aire libre, en los grandes templos y catedrales. Ya el pasado domingo, el presidente del Episcopado, Juan José Omella, adelantó que planea con el Ministerio de Sanidad la reapertura del culto público.



Si embargo, desde la Casa de la Iglesia no se quiere dar ningún paso en falso ni anticiparse. De ahí, que todas las posibles iniciativas a seguir no se pondrán sobre la mesa hasta que hoy el Consejo de Ministros de hoy concrete qué implica la gradualidad anunciada el pasado sábado por Pedro Sánchez  y en la que se enmarcaban también “actividades religiosas”. De esta manera, cualquier decisión en relación a la limitación de aforo en las parroquias no estará en manos de los obispos, sino de la regulación que estime Moncloa para todos los espacios cerrados.

¿Pautas generales o directrices?

Los obispos tienen previsto acometer la desescalada de forma similar al que se ejecutó el confinamiento. Al igual que sucede con el estado de las autonomías, la Iglesia española también está descentralizada por diócesis. Así, por un lado, la Conferencia Episcopal marcará unas pautas generales a modo de recomendaciones que cada obispo concretará a la realidad de su territorio como medidas preceptivas, con la misma asimetría que, en principio, prevé Moncloa para provincias y áreas sanitarias según el número de contagios y capacidad para afrontar un rebrote. Desde ahí, este proceso exige trabajar a contrarreloj, sobre todo, teniendo en cuenta la intención, por ejemplo, de la Junta de Andalucía para dar vía libre a las celebraciones religiosas este domingo 3 de mayo.

En este sentido, algunos prelados ya han mostrado su preocupación por el hecho de que estos diferentes ritmos pueda dar alas a ‘lobos solitarios’ que no sean conscientes de la gravedad de la pandemia y puedan actuar por libre relajando las orientaciones en caso de que no sean preceptivas. De hecho, no ocultan su desacuerdo ante la actitud adoptada en las últimas semanas por el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Plá, quien, actuando dentro del marco establecido por el real decreto del estado de alarma que permite los actos litúrgicos, se ha desmarcado de la práctica totalidad de las diócesis.

¿Comunión con guantes?

En cualquier caso, parece claro que la hoja de ruta de la desescalada eclesial se llevará por delante, al menos de momento, prácticas como el saludo de la paz o, incluso, la comunión en la boca.  Algunas de estos nuevos protocolos, como la constante higiene de manos del cura en el altar o las pilas bautismales vacías de agua bendita ya las pusieron en marcha los prelados antes incluso del real decreto del estado de alarma.

Otras, como suprimir el paso del cepillo durante las ofrendas y sustituirlo por un donativo a la entrada y salida de la misa, verán la luz ahora. Y no es esta una cuestión baladí, teniendo en cuenta que desde hace más de un mes no hay ingreso alguno en las 23.000 parroquias de España por esta vía. En este sentido, las nuevas tecnologías también podrían ayudar al sustituir el tradicional cestillo para las monedas por el llamado cepillo electrónico, una modalidad de datáfono implementada desde hace año y medio por Banco Sabadell.

El manual de los obispos alemanes, un espejo para el Episcopado Español, está abierto a modificación a medida que se levanten las restricciones. Así, también recoge iniciativas tales como repartir la comunión con guantes, establecer puertas de entrada y salida a los templos, limitar el sentido de los pasillos para la comunión, un único cantor en lugar de coro, un solo celebrante en el altar, priorizar los actos al aire libre. Incluso se plantea marcar en el suelo la distancia entre el sacerdote y el feligrés, así como adelantar y convertir en colectivo el diálogo antes comulgar: “El Cuerpo de Cristo”. “Amén”.  En cualquier caso, se busca no dejar margen a la libre interpretación de los sacerdotes y los fieles para evitar cualquier riesgo de contagio, por mínimo que sea.

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